Año CXXXV
 Nº 49.336
Rosario,
jueves  20 de
diciembre de 2001
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El estallido. Una mujer murió y decenas de personas resultaron heridas
Villa Gobernador Gálvez sacudida por saqueos a varios supermercados

Los saqueos que protagonizaron miles de personas dejaron en Villa Gobernador Gálvez al menos una mujer muerta (víctima de una crisis cardíaca) y más de 60 heridos de distintas consideración por perdigones, golpes, cortes y fracturas, y tres grandes supermercados y otros negocios menores destruidos. El intendente Pedro González, que repartió bonos por comida en la puerta de uno de los establecimientos atacados, no dudó en responsabilizar al gobierno nacional por el estallido social, pero muchos vecinos pusieron en duda su gestión argumentando que el propio González no había iniciado con anticipación medidas de contención.
Villa Gobernador Gálvez fue sacudida ayer poco después del mediodía con el asalto a uno de los locales de Coty, en Filippini y Mosconi, que había sido inaugurado el viernes último.
El encargado del comercio, Marcelo Giuliani, de 41 años, dijo que unas mil personas se concentraron frente al local a las 15.45, y que intentaron forzar el ingreso, pero fueron repelidas por la policía. Sin embargo, los efectivos tuvieron que retirarse del lugar "porque se habían quedado sin municiones". La gente ingresó y se llevó las mercaderías.
En ese local del Coty (ex Siria) trabajan veinte personas. Giuliani no dudó en considerar, en evidente estado de nerviosismo, que "estamos en un país de cínicos hijos de p... Ahora, González regala bonos como si fuera Jesucristo, pero no trató de darle trabajo a la gente para que no llegara a esto".
Una cola de unas doscientas personas estaban en la esquina de Filippini y Mosconi esperando un bono por un bolsón que entregan hoy por el Comando Radioeléctrico.

Un infierno
El saqueo al supermercado Lorgil, de Coronel Aguirre al 1900, fue uno de los más violentos que se desató en Villa Gobernador Gálvez. Alrededor de las 18.15, un grupo de unas quinientas personas comenzaron a romper una de las persianas metálicas del comercio. Los manifestantes eran repelidos desde adentro por un hombre sindicado como uno de los dueños, que disparaba escopetazos a cada arremetida. Desde los techos de una casa del frente, algunos familiares también disparaban con escopetas y con unas armas de puño que parecían revólveres. La pedrea arreció contra el supermercado y contra la casa desde donde se ofrecía también resistencia. También, algunas personas encendieron hatos de pasto para arrojarlo a un pasillo del comercio, desde donde salían los disparos de escopeta.
A las 18.20, varias personas desarmaron y le quitaron una escopeta a uno de los supermercadistas.
En esas instancias arribaron automóviles de la policía con cinco efectivos, quienes desarmaron la concentración disparando proyectiles antitumulto, y también con disparos de pistola. Fue posible ver a varios policías que tiraban al aire, con una marcada inclinación hacia arriba, varios disparos de pistola para amedrentar a la multitud.
Durante unos diez minutos, la policía contuvo a la muchedumbre, que optó por retirarse del lugar, aunque algunos grupos quedaron en las esquinas aledañas.
Quien fue sindicado como el dueño del supermercado, Oscar Florio Lorgil, se retiró con un arma hasta una casa distante a una cuadra del comercio.
La policía se retiró y entonces, como una marea, se acercaron centenares de personas, en su mayoría jóvenes, quienes terminaron de romper las persianas e ingresaron, cerca de las 18.30.
Pasados unos 7 minutos, un hombre joven, con remera blanca, salió corriendo de una de las casas que habían sido apedreadas, con una pistola, y zambulléndose prácticamente entre la gente comenzó a tirar. Algunas personas comenzaron a correr mientras el hombre tiraba, primero al aire y luego apuntando a los cuerpos. Nadie cayó en el lugar; a los pocos segundos fue desarmado y tuvo que huir rápidamente bajo una lluvia de piedras. El saqueo al comercio se materializó rápidamente. Una jovencita se desmayó y fue trasladada al hospital Anselmo Gamen en una motocicleta, ya que el chofer de una camioneta estacionado en las inmediaciones se negó a llevarla. La chica se intoxicó con vapores de cloro y se restableció en el centro hospitalario.
Cerca de las 18.40 llegaron nuevamente dos camionetas de la policía con unos cinco policías, algunos de los cuales comenzaron a tirar con escopetas antes de detenerse los vehículos. Esta vez los disparos se sucedieron en una rápida y sostenida sucesión hasta que la gente se dispersó. Una mujer policía trató de que algunas personas dejasen las cosas que se llevaban, pero desistió.
La guardia policial se mantuvo entonces hasta que la gente terminó de dispersarse. En el lugar, Claudio Escase, de 37 años, con tres hijos pequeños, familiar del dueño del supermercado, se agarraba la cabeza. Un profundo corte en la cabeza no dejaba de sangrar. Alto, flaco, desgarbado, el hombre apenas se tenía en pié; los policías le preguntaban como se sentía, y él insistía en tratar de ingresar al negocio desbastado para comenzar a limpiar.

En La Gallega
Escenas similares se sucedieron en el local que la cadena La Gallega tiene en San Martín, a la salida de Villa Gobernador Gálvez. Unas 1.500 personas rebasaron a dos móviles policiales e ingresaron a las instalaciones. Algunos testigos de la confrontación señalaron que hubo varios jóvenes que efectuaron disparos de revólver, por lo que la policía inició una seria represión empleando distintas armas.
La gente que trataba de salir con los changuitos cargados se agolpó en el ingreso y se produjo un verdadero pandemónium. En esas instancias, una mujer cayó alcanzada por un disparo, aunque anoche no se había determinado qué tipo de proyectil la había herido. En muy grave estado fue trasladada al Hospital de Emergencias, donde permanece internada.



El super Lorgil fue saqueado a pesar de la resistencia.
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