Año CXXXV
 Nº 49.336
Rosario,
jueves  20 de
diciembre de 2001
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El estallido. Trágicos hechos de violencia en las calles de la capital provincial
Mataron a un joven y hay varios heridos en Santa Fe
Dos periodistas fueron internados tras los saqueos a supermercados y hubo numerosas detenciones

Jorge Sansó de la Madrid

Un joven de 15 años, Miguel Passini, recibió dos balazos -uno le atravesó el cuello- y murió en el hospital Cullen de la ciudad de Santa Fe, como consecuencia de los violentos sucesos que se vivieron ayer en la capital de la provincia, con permanentes enfrentamientos entre la policía y los manifestantes que pugnaban por obtener alimentos.
El muchacho, oriundo de Cabaña Leiva, ingresó sin vida al nosocomio, después de resultar gravemente herido por los disparos de un arma de fuego que presumiblemente accionó un comerciante cuando se vio sobrepasado por los saqueadores.
Anoche, además, en el mismo hospital, una joven de 17 años era operada luego de haber resultado herida de dos balazos, uno en el hemitórax y otro en el brazo.
En la jornada de enardecimiento social más grave de la historia de la capital santafesina, los números indicaban que se habían producido más de medio centenar de heridos, así como un número importante -aunque no precisado- de detenidos.
Estaban internados en el Cullen unas 30 personas, entre ellas dos periodistas: José Luis Pagés del diario El Litoral, que recibió una pedrada en la cabeza y Roberto Sánchez, camarógrafo de Canal 13, quien sufrió una seria caída.
La jornada de violencia que llenó de tensión a Santa Fe se desencadenó en la zona norte de la ciudad. Apenas pasado el mediodía numerosas personas, incluso muchas mujeres con niños, comenzaron a concentrarse frente a algunos supermercados.
Entre las personas movilizadas se escuchó decir que habían sido convocadas por una emisora de radio que anunció la entrega de bolsones de alimentos a partir de las 16. Esa tarea, oficialmente, se había programado para hoy cuando las autoridades preveían la distribución de 40 mil kilos de mercaderías donadas por supermercadistas y el mercado concentrador de frutas, verduras y hortalizas.
De todos modos, anoche, el intendente Marcelo Alvarez dijo creer que los saqueos fueron espontáneos, al admitir que en la ciudad hay mucha gente que tiene hambre.
Una demostración de la notoria precariedad en la que viven amplias barriadas santafesinas se dio cuando la policía intentó aplacar los ánimos de algunos manifestantes anticipando que hoy se repartirían los bolsones donados por los supermercadistas en la Basílica de Guadalupe.
Poco después, cerca de las 17, más de un centenar de personas se había apostado frente al templo en espera de esa ayuda alimentaria, y anoche seguían llegando de todos lados hombres, mujeres y niños.
Desde las 20, Alvarez reunió a su gabinete y junto a los concejales y más de una veintena de dirigentes de otras tantas entidades intermedias buscaba salidas que permitieran enfrentar el día después.
Al cabo de la espantosa jornada y con la llegada de la noche, los sucesos se detuvieron pero los ánimos no se serenaron y se temía que ello fuera síntoma de peores presagios.
Así las cosas, mientras para hoy se espera la llegada de efectivos de Gendarmería solicitados por el gobierno provincial para las ciudades de Rosario y Santa Fe, al caer la tarde comenzaron a arribar agentes de la policía de otras regionales cercanas para reforzar la custodia en los barrios del norte en los que, paradójica y preocupantemente, mucha gente seguía en las calles.
En concreto, la gente se concentró en el Súper 2000, un hipermercado ubicado a una decena de cuadras de la residencia del gobernador Carlos Reutemann.
"No hemos roto nada, nos dijeron que nos darían comida y queremos comer", gritaba la muchedumbre que terminó dirigiéndose a la Basílica de Guadalupe a esperar la ayuda que le prometieron para hoy.
Poco después de las 15.30, unas 30 personas forzaron las rejas e ingresaron al súper Manasseri, a dos cuadras de la mencionada iglesia, y comenzaron a extraer mercaderías.
También sufrieron asaltos otros tres supermercados y ante ello la policía tuvo que reprimir con mayor intensidad utilizando balas de gomas y gases lacrimógenos. Le respondían verdaderas lluvias de piedras y toda clase de elementos contundentes.


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