-¿Por qué dedica el espectáculo a su padre, a Juan XXIII y Juan Pablo II? -El espectáculo está totalmente ligado a mi origen judeo argentino y a mi compromiso como actor de plantear la problemática del hombre. Llego con un repertorio en el que trabajo por la memoria colectiva y la dignidad del hombre. Sobre los homenajes hay un hecho que relato en la obra: el llanto de mi padre ante la muerte de Juan XXIII. El lloró tres veces: era sastre y lo hizo cuando un traje le salió mal, con la muerte de Franklin Roosevelt, porque fue el gran símbolo contra el nazismo, y con ese papa, que cuestionó el nazismo. -Usted habla de la discriminación en su espectáculo ¿a qué tipos de discriminación se refiere? -A través del tiempo, cuando aún hoy el mundo no aprendió la lección de la última gran guerra, más todas las que le siguieron, hablo de nuevo contra la discriminación, pero no sólo contra los judíos, sino contra los desocupados, los que tienen que vivir en casas precarias, los niños abandonados que no entienden porqué hay otros que están en mejores condiciones, los negros, los indígenas, que también tuvieron su holocausto con millones de muertos en todo el continente, y todos los demás discriminados, como los homosexuales y las lesbianas. -¿Cómo llega a la difusión en Canadá y Sudáfrica? -El espectáculo se difundió en Canadá y Durban, en la Conferencia Mundial contra el racismo, y sigue participando de una campaña mundial contra el racismo a través de la Asociación Latinoamericana de Difusión Radial, con lo cual se conforma un circuito de 186 emisoras. -¿Cómo es la puesta en escena? -Como todo lo que hago, está la realidad en el medio. Llevo las partituras y puede participar un músico o una bailarina que quieran compartir en forma cooperativa el espectáculo, y si no lo hago con pistas de sonido. El año que viene voy a Venezuela, vuelvo a Israel y voy a Nueva York, donde llevo también los espectáculos "Volvé candor, volvé", "Discépolo, el solidario con la cicatriz ajena" o con "Oficio de actor". -¿De quién son los textos? -Los textos son míos y también hay una vuelta de tuerca a otros de María Elena Walsh, Juan Gelman, León Felipe y Rogelio Barufaldi. -¿Cómo interpreta la escalada de violencia en Medio Oriente? -Como cualquier ser humano. La palabra shalom significa paz en hebreo y es muy parecida a salem, en árabe. Es un conflicto que tendrá que resolver el pueblo, pero el mundo no puede permanecer indiferente. Es un conflicto que no es tan milenario y un problema de intereses donde hay mucha gente que tiene su vida en juego. Si digo shalom, me refiero a la paz para todos, y no sólo para mi pueblo. Se luchó durante años por las Alturas del Golam y hoy medio Israel piensa que hay que devolverla, si es zona de litigio, pero tiene que haber garantías para la paz de ambos lados. -¿Cómo elige a las personas que distingue en sus espectáculos? -Es un premio a la solidaridad y ya lo recibieron personas que trabajan para los chicos con obras comunitarias, médicos, artistas, y un montón de gente que hace cosas en medio de una sociedad que se cae a pedazos. "Shalom, paz y memoria", va hoy, a las 21, en la sala Aire Libre, Virasoro y Teniente Agneta.
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