Cañada de Gómez.- Una serie de robos de animales porcinos, ovinos e incluso algunos vacunos en una explotación agropecuaria ubicada a escasos 5 kilómetros al oeste del casco urbano cañadense dejó "en cero" a Santos Víctor Mosca, un productor que padece robos desde hace años, sin que la policía descubra a los autores.
Mosca puede contar con los dedos de una mano los pocos cerdos que aún permanecen en el campo. Hace algo más de diez días le llevaron con una camioneta las últimas cinco ovejas que le quedaban y suele encontrar esparcidas por un sector de la granja plumas de gallinas y pollos que la familia utiliza para consumo propio.
El modus operandi de los malhechores consiste en sacrificar a los animales con algún elemento contundente y luego los faenan en el lugar, aunque esto último no siempre ocurre. A veces, el agricultor encuentra rastros de sangre en el terreno y por lo general se llevan dos o tres animales por vez.
El productor mostró a La Capital la huella de un vehículo, que tapó cuidadosamente con una chapa para que no se borrara. "Es increíble pero ya hace una semana que me robaron y todavía la policía no la vino a ver. A simple vista parece de una camioneta de rodado fino", comentó.
El agricultor vive desde hace más de treinta años en esa explotación agropecuaria que heredó y está acostumbrado al hurto de ganado, debido a que padece entre 8 a 10 hechos por año. Un alto porcentaje de los ilícitos fue denunciado a la policía, pero los autores nunca fueron detenidos.
El hurto de las últimas cinco ovejas que tenía y la falta de interés por parte de la policía en registrar una huella de la camioneta con la que se llevaron a los animales generó malestar en la familia que derivó en una denuncia puntual a los medios de prensa.
"Soporté y soporté los robos sin decir nada, pero ya no doy más. Me quedan tres o cuatro lechones que quiero conservar para las fiestas. Me dejaron en cero y la policía jamás pudo dar con los autores", dijo molesto Mosca en una visita que hizo este diario al campo.
La familia del productor no siempre pernocta en el lugar y de noche suele viajar a la ciudad donde poseen otra vivienda.
"Generalmente me roban los fines de semana. Es como si conocieran los pasos que damos. Hasta creemos que son amigos de los perros porque en varias oportunidades me robaron estando en la casa y ni siquiera los sentí ladrar", explicó Mosca a este diario.
Borceguíes
El dueño de la explotación confió que en otras oportunidades siguió huellas de bicicletas y de ciclomotores que terminan en el barrio La Usina, en pleno barrio sur de esta ciudad. "Si fueran personas que no tienen para comer intentarían pedir y no robar", concluye.
"Pensé que un día los robos se iban a terminar, pero veo que me agarraron de hijo y ya no puedo a dedicarme a la cría de ganado", indicó. "¿Cómo puede ser que en mi propio campo no puedo practicar la ganadería?", se preguntó indignado el propietario a la espera de "mayor compromiso de las autoridades policiales".
Mosca tenía un novillo que solía atar a un árbol ubicado enfrente de la casa de campo. En uno de los tantos hurtos que sufrió se lo llevaron y dejaron claras huellas de borceguíes en el lugar. "Estos son ustedes", les dijo Mosca a los policías que acudieron a la denuncia. Los efectivos negaron esa posibilidad, aunque al parecer no despejaron las dudas.
En una de las tantas denuncias radicadas en la Unidad Regional X, un ex jefe policial ordenó una custodia que duró algo mas de un mes. "En ese tiempo no robaron, pero cuando la policía dejó de controlar, los hechos continuaron", remarcó.