En un informe titulado "La inocencia no tiene edad: justicia para los menores" y preparado para Unicef, la psicóloga sueca especializada en infancia y presidenta del comité de su país para este organismo internacional, Lisbet Palme, afirma: "Creo fervientemente que el menor delincuente se hace, pero no nace, y que la gran mayoría de ellos no lo harían si tuvieran una crianza cariñosa y contaran con el respaldo de los padres, la escuela y la comunidad". Para la especialista, es posible que muchos de los jóvenes que se acercan al delito "ni siquiera hayan tenido la oportunidad de ir a la escuela, o de asistir a ella con regularidad, o bien han sido expulsados, debido a que su rendimiento escolar estaba socavado por el hambre o los largos desplazamientos desde su casa a la escuela". Según advierte, en cualquiera de los casos, "es muy probable que estos menores vivan en la calle, donde las privaciones pueden conducirlos a robar o a comerciar con la única cosa que poseen, su cuerpo, en aras de la supervivencia". Palme concluye que "para la sociedad resulta menos costoso y más eficiente prevenir que los menores entren en la senda del delito que pagar las consecuencias de su conducta delictiva".
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