Firmat. - El ruido seco de una salva de bombazos sacudió ayer el despertar de los firmatenses. Desde las 6, la ciudad se aferró a la consigna de paralizarse para atraer la atención del gobierno nacional sobre un objetivo rotundo: cambiar en forma urgente el rumbo económico que condena a la extinción a los pueblos del interior. Una movilización de cinco mil personas, bajo un sol inclemente, acuñó una decisión que no tiene retorno: están dispuestos a decir basta.
Con mercados internos que ya no pueden hacer pie sobre las frágiles economías agrodependientes y con las industrias metalmecánicas, madereras y textiles vulneradas por la importación indiscriminada, las comunidades del interior sincronizaron ayer sus protestas para ganar peso en el reclamo. En Bigand, Carreras, Elortondo, San José de la Esquina y otras localidades también hubo movilizaciones (ver aparte).
Paro total
En Firmat, el paro programado en rechazo a las medidas económicas fue total hasta las 15. "No tengo problemas en decirle en la cara a la gente de mi partido político que no damos más", tronó desde el palco el intendente aliancista Carlos Torres. Después de resaltar la gravedad del momento llamó a los políticos nacionales a unirse detrás de cinco o seis puntos comunes para torcer la voracidad financiera que aparece como único norte.
En medio de los flechazos verbales generalizados hacia la clase dirigente, Torres dejó sentado que la exaltación no debe hacer perder de vista que lo primero es conservar el sistema democrático. "Los golpes militares también nos llevaron a esta situación", insistió.
"No hay que pensar en soluciones mágicas pero salir de la crisis se puede hacer mucho más rápido si el pueblo se moviliza", dijo Pedro Carreras, dueño de una panadería, parámetro sensible como pocos para medir la agonía del mercado local. "Si estoy mal y vendo pan no quiero ni pensar en lo que pasan los otros comercios", explicó. Para Hugo Corti, el pueblo ganó la calle para repudiar a la banca internacional. "Con las tarjetas plásticas van a embargar nuestras vidas y van a terminar con nuestras existencias como comerciantes o productores", enfatizó.
La decisión de los gobernantes de privilegiar la especulación antes que el trabajo como recurso genuino fue el blanco de la todas las expresiones. "Quienes están sentados en un sillón con todo el confort, sin conocer el olor del campo arado, sin haber escuchado jamás los ruidos de un campo en marcha y sin saber cómo se ordeña una vaca, que vengan a Firmat y que nos den soluciones", clamó una mujer.
La desintegración familiar por los chicos emigrados, la desocupación y la falta de equidad de la Justicia fueron los ejes de las disertaciones. "Parece que la Justicia tiene una mano firme para el pueblo que no puede cumplir con todos los compromisos y otra mano para los gobernantes", dijo Marta Sarchi.
Enzo Juárez, del Sindicato de Municipales, apostó a que la medida de fuerza tenga repercusión en el resto del país. Carlos Cabrera, el desocupado que siete meses atrás inició la protesta que generó una movilización de cuatro mil personas, dijo que "este plan económico diabólico hace meses que se está preparando".
Al contrario de lo sucedido en las marchas anteriores, la movilización arrancó de la entrada a la ciudad, sobre la ruta 33, hacia el centro. Una columna de operarios de las cosechadoras Don Roque, con sus gorras rojas, encabezó la marcha que congregó a desocupados, vecinales, docentes y comerciantes. A lo largo de veinte cuadras la gente fue engrosando la columna con pancartas, aplausos y hasta sombrillas para protegerse del sol. Desde temprano, y con camiones, se cortó el tránsito en el centro, mientras las radios locales transmitían en directo y no quedó sector social que no estuviera representado. Además, hubo delegaciones de Mujeres en Lucha, Venado Tuerto, Casilda y Chabás.