Rodolfo Montes
El pibe tiene apenas 18 años y anda por la cancha confortablemente con la pelota debajo de la suela. Da gusto ver la armoniosa relación de complicidad entre sus botines y el balón, sus movimientos alejados de toda furia y de todo arrebato. Su traslado siempre dibuja un recorrido disfrutable en sí mismo, y la culminación exitosa de la jugada la ofrece como un agregado extra. Si bien el fútbol es resultados, quién puede negar que una parte importante del goce futbolero se concreta antes, en el relato de la jugada, en el modo que este chico de melena flameante se encuentra con la pelota, encara, abre los brazos para encontrar ese estético equilibrio de eximio navegador. Levanta la cabeza e instintivamente estudia el panorama, y también naturalmente elige dar el mejor pase, en el momento preciso. Elvio Martínez se desplaza sobre la pelota con un esquema de flotación propio y lleno de encanto. La fertilidad futbolera del sur santafesino y su comarca siguen produciendo el milagro de dar jugadores de fútbol lujosos. Con esa centenaria tradición del buen juego colectivo, y con ese estilo para transitar la cancha y tratar la pelota de manera envidiable y acorde a su perfección infinita, su redondez. El domingo en Mataderos, Martínez avisó que está para más. Cuando en el segundo tiempo se asoció con Mauro Rosales, el partido tocó un instante de brillo al tiempo que la rústica formación local quedó patéticamente desarticulada. Después Elvio debió salir, la luz se apagó y los bravos muchachos de los Corrales impusieron la furia y se quedaron con todo. "En el segundo tiempo mejoramos mucho el juego pero por mala suerte no pudimos traernos al menos un empate de Buenos Aires", dijo Elvio Martínez a Ovacion. Todo el expresivo lenguaje futbolístico del chico dentro de la cancha deja de brillar a la hora de verbalizar sus sensaciones. Se sabe, es apenas una anécdota, los jugadores deben hablar con la pelota y sus palabras posteriores no aportan a sus condiciones. De todos modos, agregó: "Trato de tener mucho la pelota, y de armar una jugada buena para el equipo". -¿Qué parte de tu juego sentís que está en crecimiento, en evolución? -Creo que tengo que aprender a jugar más tranquilo y a recuperar mejor la pelota. El técnico me pide que encare para adelante pero también que trate de ayudar a mis compañeros. -Cuando te juntaste con Mauro fueron tus mejores momentos, ¿cómo lo viviste? -Mauro Rosales es muy rápido, vos le ponés la pelota y llega siempre, es un jugador bárbaro. -¿Fue difícil aguantar el juego físico de Chicago? -Chicago es un equipo físicamente muy fuerte, van a trabar y al roce todo el tiempo. Nosotros tratamos de hacer nuestro juego, en parte lo hicimos pero el resultado no se dio. Elvio Martínez es otro buen motivo para seguir creyendo en la bondades de este juego mágico, el fútbol. Y aunque afuera de la cancha hable poco con la prensa, todo lo que tiene para decir, lo dice en el mejor lugar, en la cancha. Bienvenido.
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