Gustavo Costas, figura emblemática de Racing como futbolista y de trajinado paso por la dirección técnica, admite hoy a la distancia que no era posible imaginar un título para el club de Avellaneda sin sufrimiento, tal como ocurre en esta definición del Apertura, que se produce palmo a palmo con River. "La verdad es que no se podía dar de otra manera. En Racing siempre se sufre. Lo único que espero es que se pueda dar y confío en que así sucederá", manifestó Costas en diálogo telefónico desde Asunción, donde está dirigiendo al Guaraní paraguayo. Para Costas el partido con Vélez del próximo domingo "Racing debe ganarlo por tres goles de diferencia", aunque aclaró que más que nada es un ruego "para que de una buena vez se ponga fin a tanto sufrimiento". Costas vivió las máximas alegrías de Racing: fue la mascota del recordado equipo de José Pizzutti en 1966 y logró como jugador el ascenso a primera en 1985 y la Supercopa en 1988. En este momento Costas es entrenador de Guaraní, de Paraguay, equipo que con mayoría de jugadores juveniles perdió la final del torneo local ante Cerro Porteño. Ahora Guaraní está jugando una liguilla clasificatoria para la próxima edición de la Copa Libertadores de América y el próximo viernes, si le gana a 12 de Octubre, disputará el certamen más importante de Sudamérica el año que viene. "El viernes jugamos el último partido, esperemos que salga todo bien y el sábado a la mañana vuelvo a Buenos Aires. ¿Si el domingo voy a ir a la cancha? Contesto con una pregunta: ¿A qué hora se abren las puertas en Vélez? Queda claro ¿no?", ironizó. Si bien Costas le aclaró que antes que nada piensa en su Guaraní y que busca "progresar en esta profesión de entrenador", también comentó que siguió atentamente toda la campaña del equipo de Reinaldo Carlos Merlo. "La verdad es que seguí con mucho entusiasmo la campaña de Racing, el problema era que a veces se daba la coincidencia de que jugábamos a la misma hora, y cuando había diferencias lo escuchaba por radio. Igual acá se ve todo por televisión y si no me llamaba mi viejo o mi hermano para contarme", señaló. "Pero no me ponía nervioso porque veía que los jugadores dejaban todo y desde el principio tuve mucha confianza en el equipo", aseguró. Cuando Racing ganó la Supercopa en 1988 Costas le gritaba al árbitro, en la final ante Cruzeiro, que por favor terminara el partido "porque hacía 20 años" que esperaban por un título. "Ahora algunos de los muchachos tendrán que pedirle al árbitro que lo termine cuanto antes para poder festejar, porque hace 35 años que toda la gente de Racing espera por una alegría", resaltó. Costas, que al principio no miraba con buenos ojos la llegada de Blanquiceleste a Racing, ahora reconoce que a partir del gerenciamiento todo mejoró en la entidad de Avellaneda. "Lo bueno de estos tiempos es que Racing dejó de ser noticia por los líos. Ojalá que todo termine bien porque la realidad es que las cosas en el club están bien, algo que se logró de la mano del gerenciador", puntualizó. Según Costas no se pueden comparar los equipos de 1988 y este de Merlo "porque los tiempos son distintos y hasta la ansiedad por el tiempo prolongado sin títulos es mayor". "Este Racing quizás no es vistoso, pero dentro del campo son todos solidarios. Este es un equipo fuerte, compacto, que nunca da el partido por perdido y al que sin dudas es muy difícil ganarle", subrayó. Costas reconoció que le vino "como anillo al dedo" que se defina el torneo en la última fecha porque va a poder ver a Racing -si no pierde el domingo- campeón en vivo y en directo. "Tengo una expectativa bárbara", dice la mascota del equipo de José, la misma de todos los hinchas Racing, quienes el domingo, luego del triunfo ante Lanús, no reprimieron la palabra "campeón" y ya ensayan la vuelta olímpica. (Télam)
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