Año CXXXV
 Nº 49.333
Rosario,
lunes  17 de
diciembre de 2001
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Primero hay que saber sufrir

Se dio la lógica, pero igual hubo cierta emoción. Racing le ganó 2 a 0 a un Lanús atrapado por su mediocridad y por una extraña timidez ofensiva, y River venció 3 a 1 a un Argentinos Juniors que lo comprometió muy seriamente hasta cerca del final.
El Aperturaquedó, en su cima, igual que el domingo pasado, con Racing puntero y River único desafiante a la corona, escolta a tres unidades, 41 contra 38.
De manera que Racing ya se aseguró el primer puesto, pero no quedó completamente a salvo de un choque de desempate, que se dará sólo si en la fecha final pierde frente a Vélez en Liniers y River le gana a Central en Núñez.
Si Racing juega el próximo domingo como lo hizo ante Lanús en su repleto estadio de Avellaneda, lo más probable es que pierda, sencillamente porque Vélez es un equipo en serio, competente y con mayor contundencia arriba.
Pero cuidado que River sufrió ante Argentinos y Central, cuanto menos, tiene un goleador de raza para hacer barullo como Pizzi, quien anotó en los últimos dos partidos. Los dos, pero especialmente Racing, deberán mejorar mucho para obtener los tres puntos.
El líder necesitó un gol de pura carambola del Rafa Maceratesi en el primer tiempo y otro de José Chatruc en la última jugada del partido para alzarse con un justo pero muy descolorido triunfo.
Lanús, a la postre diezmado por dos apresuradas expulsiones, hizo todo bien hasta los últimos 20 metros del arco contrario. Desde allí para adelante fue algo impresentable, una cosa debilucha, anémica, sin fuerza ni intenciones mínimas de lastimar.
River abrió el marcador a los 25 minutos de la primera etapa por intermedio del genio de Ariel Ortega, pero a los 41' Carlos Yaqué empató.
Eran las 17.52. Racing era momentáneamente campeón. Y lo fue hasta las 18.43, cuando el zaguero colombiano Mario Yepes puso el 2 a 1 con un certero cabezazo, recién a poco más de un cuarto de hora para el final. El chico Fernando Cavenaghi definió el pleito a los postres.
Todavía faltaba un rato para la culminación del Racing-Lanús. El local, pálido de temor, esperaba y esperaba, nada más. Y Lanús avanzaba sin atacar, acaso también asustado por si arruinaba la fiestita académica.


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