Año CXXXV
 Nº 49.330
Rosario,
viernes  14 de
diciembre de 2001
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Editorial
Reforzar el diálogo

El encuentro de ayer entre el presidente Fernando de la Rúa y su antecesor Carlos Menem, el mismo día que se llevaba adelante un masivo paro nacional contra la política económica del gobierno, se convirtió en un signo de cuál debe ser la actitud para comenzar a resolver la larga serie de problemas que afligen a la Nación.
El balance de la medida de fuerza impulsada por los principales gremios no deja margen para la duda: apoyada en la ausencia de transporte colectivo de pasajeros y en el generalizado -y justificado- mal humor de la población, resultó un claro éxito para sus impulsores. Sin embargo, la profunda legitimidad que inviste al reclamo popular no debe ocultar que el medio elegido para expresarlo no parece el más adecuado en un momento de honda crisis económica y social como el presente. Por contraste, la reunión entre De la Rúa y Menem significa el fortalecimiento de los puentes del diálogo: y ese, no el de la confrontación -que implica la costosa parálisis de todo un país-, es el camino que merece ser privilegiado.
La conformación de un frente común entre los principales referentes del desprestigiado campo de la política, dejando de lado egoísmos e intereses sectoriales, se presenta como vital. En tal sentido, la oposición debe recordar que el alto porcentaje de votos que cosechó en los últimos comicios legislativos le otorga no sólo una importante cuota de poder, sino -también- una responsabilidad acorde con su creciente fuerza. De su mesura a la hora de los hechos dependen demasiados aspectos del futuro de la Argentina como para que decida instalarse, cómodamente, en la trinchera de la demagogia. Claro que, de manera simultánea, el gobierno tendrá que eliminar todo vestigio de soberbia que reste en su discurso y aceptar que su debilidad política contribuye decisivamente al deterioro de las condiciones de vida de la población. Para todo esto se requiere, de los dos lados, humildad, lucidez y cordura: no es poco. Aunque tampoco es tanto.
La gente que salió ayer a la calle a manifestar su disconformidad tiene buenas razones para sentirse defraudada. La indignación no emana de la arbitrariedad ni de la imaginación, sino de cuestiones muy concretas. Si oficialismo y oposición, con los múltiples matices y expresiones que cobijan, entienden definitivamente que ciertos pactos deben preceder a todos los disensos, se habrá dado un paso muy grande para construir el futuro. En realidad, lo habrán dado todos los argentinos.


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