Año CXXXV
 Nº 49.330
Rosario,
viernes  14 de
diciembre de 2001
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cartas
Querido país

Harta ya, como muchos de los ciudadanos de este país, cuánto quisiera poder sacar una solicitada en todos los diarios y decirles a todos los políticos lo que aparentemente no entienden, porque no quieren, o porque son tan necios que su corto entendimiento no les permite comprender. Cualidad pertinente a toda la clase política que nos gobierna, junto con una deshonestidad aberrante, más un toque de cinismo que ninguno le deja de agregar. Soy docente, esposa, madre de cinco hijos y actualmente curso una carrera universitaria. Jamás me gustó participar en una huelga, porque siempre pensé que los únicos perjudicados serían mis alumnos a los que todos los gobiernos prefieren cada vez con menos educación y más bajo nivel, para que piensen menos y reclamen menos. La situación actual me hace sentir privada de mis libertades que alguna vez creí estarían garantizadas por la Constitución, la cual resguardaba mis derechos. Hasta cuándo soportaremos que el Estado sea el primer empleador que paga en negro con "remuneraciones" que no registran aportes y jamás se blanquean, o que los impuestos que puntualmente pagamos sirvan para alimentar a todos estos políticos que se dedican únicamente a cuidar sus arcas cada vez más llenas y no a solucionar los graves
problemas que el pueblo padece. Dónde está el recorte presupuestario para el Senado, la Cámara de Diputados, los ediles, el Poder Ejecutivo del país, las provincias y las ciudades. Muy lejos están ellos de la realidad del pueblo que trabaja, enfermo en este momento de un cuadro de angustia y depresión al que está sometido por una raza de vivos y aprovechadores, oportunistas y ladrones y hasta casi dueños de nuestros sueños. A pesar de todo esto, como decía Martin Luther King, seguiré plantando mi manzano.
Gabriela Bonofiglio


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