| | cartas Llegó la bancarización
| Ha llegado la bancarización a nuestra economía y, aunque en forma extemporánea, no deja de ser un progreso que puede simplificar algunos trámites. Ya desde hace algunos años ciertas entidades bancarias pusieron cajas para depósitos y retiros. Hoy se imponen las tarjetas de crédito y débito, que pueden representar cierta seguridad al no tener que llevar muchos billetes, pero esto no es muy beneficioso para dos clases sociales de nuestras grandes urbes. Una de ellas son los obreros de trabajos rústicos: con dedos callosos y gruesos, les cuesta manejar esos plásticos tan sensibles y manipular teclados electrónicos. Hay también gente obrera semianalfabeta que también puede tener muchos inconvenientes en cobrar o pagar sus impuestos o servicios. Cualquiera que sube a un transporte urbano los primeros días del mes en que cobran sus jubilaciones los ve con dificultades intentar colocar sus tarjetas en las canceladoras por falta de vista o por temblores en sus manos. A estas personas como a los empleados rurales se les debería abonar en efectivo en sus lugares de trabajo o domicilios como se hace en algunos de los países del Primer Mundo. Las entidades bancarias o las estatales deberían tener locales especiales y horarios distintos al común de los comerciantes por la seguridad de sus haberes y de su físico en los días de frío o intensos calores. Los progresos del presente son muy relativos para esta gente que he señalado. Eduardo Rodríguez Bonel
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