Análisis: Cavallo, solo contra el mundo

Mauricio Maronna

Los rumores que eran considerados herejes fueron tomados ayer como hechos "posibles y cercanos". Desde la renuncia de Cavallo hasta el retiro anticipado del poder de De la Rúa fueron admitidos en el más estricto off por diputados, senadores y gobernadores. Afortunadamente, sobre el final de la jornada, todos coincidieron en bajar los decibeles y hacer público su compromiso para sostener al gobierno, un tentempié que cosecha fracasos e incertidumbre.
Con la angustia y la recesión estampada en la calles, pedirle a la dirigencia que apele al sentido común puede parecer un despropósito. Pero es el imperativo de la hora. Eso sí, habría que avisarles a los legisladores nacionales que (a diferencia de los ciudadanos comunes) cobrarán todos sus haberes en efectivo (ver aparte).
La insoportable levedad del gobierno sumó un nuevo capítulo de incredulidad con las marchas y contramarchas de las medidas anunciadas por Cavallo y el cachetazo que propinó el FMI al negar un desembolso indispensable. El escenario confirma en los hechos lo que tomó forma el 14 de octubre: la gobernabilidad está en manos del PJ.
Sin embargo, el retiro anticipado del poder no haría otra cosa que agigantar la imagen de vulnerabilidad. El cuadro institucional posdictadura quedaría aún más manchado: dos presidentes sin haber podido cumplir su mandato y un tercero recientemente liberado tras permanecer detenido 166 días.
Resulta sobrecogedor observar como el hiperkinético Cavallo pelea en soledad contra todos, también contra sus propias torpezas. ¿Pero qué sería de este gobierno sin el hechicero Cavallo? También habría que preguntarse si el ministro será la próxima víctima del "sepulturero" De la Rúa. "Sí, Cavallo es un toro, pero actúa como un desgraciado. Les paga en efectivo a los empleados nacionales y llena de bonos a las provincias", rezongó con razón un gobernador.
"El problema es el presidente", asegura en voz baja un legislador por Santa Fe; el mismo diagnóstico que trazan no pocos radicales. Bajo esa hipótesis debe leerse el urgente llamado a la concertación que repitió Raúl Alfonsín.
Una concertación que se hace imprescindible en un país-jungla en el que los especuladores juegan mientras el piloto ¿está?. "Es verdad, pero la concertación no puede hacerse solamente para la foto con el FMI y para compartir los costos del desastre", dijo a La Capital una espada del PJ, dando a entender que la agonía continuará.