Año CXXXV
 Nº 49.322
Rosario,
jueves  06 de
diciembre de 2001
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Central Córdoba: ¿Por quién soplan los pitos?
A los charrúas los vienen perjudicando los árbitros durante todo el torneo, la pregunta es por qué

Gustavo Conti

Por lo general, Ovacion ha coincidido con las críticas que ha vertido el técnico Ricardo Palma hacia los arbitrajes, aún a riesgo de ser considerado palmistas. Ya en la primera fecha como local, ante Almagro, perdió por un penal mal sancionado. Ante Racing de Córdoba no le cobraron dos evidentes, sobre todo el primero a Celebroni, muy grosero. En Mendoza, Boxler lo robó con un penal insólito en contra y un segundo gol en clara posición adelantada, con expulsión exagerada de Celebroni en el medio. En Gerli, ante el entonces líder El Porvenir, Miguel Jiménez cobró indirecto dentro del área local a favor charrúa, por una infracción a Raymonda que debió ser pena máxima y con el partido 0 a 0. Y el martes, el mismo Jiménez anuló un gol al mismo volante que su asistente había convalidado, también con marcador 0 a 0, y después no vio falta de Guevara a Cárdenas en el salto del gol de Huracán de Tres Arroyos a 5' del final, como quedó documentado en la foto del diario "La Voz del Pueblo", de esa localidad en su edición de ayer.
Fue tan grotesco que los mismos periodistas de Tres Arroyos aseveraron en las páginas del matutino respecto de la jugada del tanto de Raymonda: "Así fue que a los 12' Raymonda llegó al gol, después de un despeje corto de Rómoli; el asistente corrió hacia el medio pero Jiménez, devolviendo gentilezas anuló la jugada que para nosotros era válida". Y más adelante agregó: "El árbitro Miguel Jiménez aplicó la diplomacia y borró su mal recuerdo del partido ante Tigre con una ayudita para el Globo anulándole mal -a nuestro juicio- un gol al visitante".
Esa gentileza de la que hablaron los colegas fue advertida por Palma a este diario antes del partido, ya que tenía mucho miedo (y después fue fundado) de que le pasara a Córdoba lo mismo que ante San Martín, en Mendoza, cuando Héctor Boxler fue insultado como nadie porque, según los mendocinos, había incidido en la derrota chacarera de fechas atrás ante Platense, y después compensó ampliamente.
El mismo Jiménez fue el que informó a Palma tras la derrota ante El Porvenir y por eso el Gordo se ganó 5 fechas más fuera de la cancha, ya que el club no puede pagar la multa. Con esa sanción, el técnico se ganó 10 fechas de suspensión en 21 partidos, ya que venía arrastrando 5 jornadas por un informe similar, precisamente ante los mendocinos.
La crónica entonces muestra claramente que a Córdoba los arbitrajes lo estarían perjudicando. La pregunta que hoy los charrúas, y el fútbol rosarino en general, debe hacerse es: ¿por qué?
Si la teoría de que sólo se trata de errores humanos aparece como endeble, ¿existe entonces una especie de complot contra Córdoba, como aseguran voces del plantel, cuerpo técnico y dirigentes? Y si es así, ¿por qué? Nadie puede imaginar hoy que el club de Tablada esté molestando a los poderosos o a la misma AFA. Si hasta la pelea por no descender se daría igual aún sin los sospechados arbitrajes.
Tal vez parecería verosímil que algunos jueces se hayan hartado de las reiteradas protestas de Palma, y que actúen por eso con cierta animosidad hacia los equipos que dirige. Pero si así fuera, la condena bastaría con las sanciones al técnico y el perjuicio intencional a sus dirigidos sería injustificable.
Pero tampoco esa hipótesis parece contundente. Entonces, ¿qué hay detrás de los reiterados perjuicios que sufrió el equipo en la mayor parte del campeonato? La punta del iceberg, según algunas fuentes consultadas por Ovacion, apunta a que existe un circuito, integrado por varios jueces inescrupulosos e intermediarios de "enlace" entre éstos y los clubes, donde se manejan sumas importantes de dinero, a manera de soborno. Y que como Central Córdoba no forma parte de él recibe reiterados "castigos" a la hora de los partidos de parte de los pitos díscolos, que por lo general serían los que ya no tienen demasiadas expectativas de ser promovidos a primera.
Si esta es la explicación más cercana a la realidad, por supuesto que será muy difícil que las partes involucradas, sobre todo la que le toca a Córdoba por ser la directamente perjudicada, hablen del tema. Pero por su salud mental, por el futuro del club y del equipo, y por la transparencia que el fútbol y sobre todo la sociedad argentina pide a gritos en este y en otros órdenes de la vida política y económica, sería bueno que lo hicieran.
Quizás sea esa la forma de generar un espacio de investigación, periodística, de la propia AFA o de los organismos que controlan los arbitrajes. Si no, la historia puede repetirse y todo Central Córdoba, en este caso, seguirá golpeando el puño contra la mesa repleto de impotencia y rabia, mientras los vivos de siempre se frotan las manos. Lo contrario sería agachar la cabeza y aceptar las reglas del juego. Y así no vale llorar. Es hora de dar el primer paso.



En el gol de Huracán hubo falta a un defensor charrúa.
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