Año CXXXV
 Nº 49.320
Rosario,
martes  04 de
diciembre de 2001
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La población israelí ya no tiene más paciencia

Christian Fuerst

Jerusalén y Ramala. - Tras los atentados terroristas que este fin de semana llenaron de sangre Israel, el líder palestino Yasser Arafat es para la mayoría de los israelíes hombre muerto, al menos políticamente.
Incluso los comentaristas normalmente más moderados expresaban ayer su furia por los atentados suicidas en Jerusalén y Haifa y coincidían en su exigencia: "¡Arafat tiene que irse!".
Para la mayoría de los israelíes, así como para muchos de los ministros del gabinete del primer ministro, Ariel Sharon, la caída de Arafat, la destrucción de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) e incluso la reocupación de los territorios autónomos es la única respuesta posible a la última ola de violencia, con la que los extremistas palestinos, con el presunto consentimiento de su presidente, han agotado la paciencia de Israel.
Aunque los analistas israelíes no esperan que Sharon, pese a toda su retórica, vaya a adoptar medidas tan drásticas, sí son unánimes en su análisis: Arafat, quien en 1994 recibió el premio Nobel de la Paz por su disposición al compromiso y amplitud de miras políticas, está ahora, 15 meses después del comienzo de la sangrienta Intifada, al borde del abismo político.
El líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que gozó durante largo tiempo de las simpatías del mundo por las a menudo desmesuradas acciones militares israelíes, corre el peligro de convertirse en un paria internacional debido a la desbordante violencia de sus filas.
Arafat, quien a finales de julio del año pasado rechazó el plan de paz del entonces presidente estadounidense, Bill Clinton, pese a que la oferta cumplía "casi todas" sus demandas, lucha ahora por la mera supervivencia política.
El líder palestino, que siempre se ha pronunciado a favor de la "paz de los valientes" pero que en los últimos tiempos apenas ha hecho nada para lograrla, parece haberse decidido a actuar rápidamente, en vista del peligroso cariz que para él están tomando los acontecimientos.
Intenta evitar las peores consecuencias para él y su ANP. Con el anuncio del estado de excepción y la detención de más de cien extremistas palestinos, realiza un intento de última hora de volver a tomar la iniciativa.
"Esta vez Arafat va en serio", asegura un consejero del líder palestino, quien se ha atraído también las iras de Estados Unidos con su actitud permisiva respecto al terrorismo.
Pero el primer ministro israelí, quien en los últimos meses ha calificado a Arafat una y otra vez de "jefe de un régimen terrorista", permanece escéptico. "Esto no es más que uno de los cuentos de Arafat", dijo Sharon a sus consejeros sobre la anunciada ola de arrestos.
Dado el peligroso cariz que están tomando los acontecimientos y el odio generalizado que despierta Arafat en Israel, los ministros del Exterior, Shimon Peres, y Defensa, Benjamin Ben-Eliezer, advirtieron seriamente en contra de intentar derrocar al presidente de la ANP.
"Tenemos que emplear una mezcla de duras operaciones militares y una masiva presión estadounidense sobre Arafat", recomendó Ben- Eliezer a Sharon.
Y el comentarista político Ofer Schelach advierte de las consecuencias imprevisibles que podrían provocar las reacciones de Israel: "La única alternativa que tiene Israel es volver a ocupar la Franja de Gaza y Cisjordania y gobernar con violencia a un millón de personas desesperadas, entre ellas cientos de potenciales terroristas suicidas". El precio de esta opción extrema "sería aún más alto que el actual derramamiento de sangre". (DPA)


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