Faltaban 35 minutos para que se inicie el partido y las tribunas estaban vacías. Si bien fueron pocos los que se arrimaron al estadio, el motivo principal era otro. La policía no había llegado y un empleado del club local llamó con desesperación a la fuerza del orden para que enviaran efectivos porque de lo contrario no podía habilitar las boleterías.
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