Acorralado por la voracidad de la crisis, el ministro de Economía, Domingo Cavallo, jugó a suerte y verdad su última carta para salvar al régimen de convertibilidad que inauguró hace una década.
Los bancos que habían puesto a prueba su solvencia durante el azote del Tequila seis años atrás empezaron a crujir por los efectos de una recesión económica sin precedentes para el país, la crisis de gobernabilidad y las dudas sobre la viabilidad del déficit cero.
Con un decreto de necesidad y urgencia y rasguñando la ley de intangibilidad de los depósitos sancionada un par de meses atrás, el gobierno apunta hoy a cerrar la fuga de depósitos de los bancos y de divisas hacia el exterior que sólo en el último mes llego a casi 3.000 millones de pesos, con una ley de emergencia que no será un trago fácil de digerir para la gente y las empresas. Menos, en un momento en que el horno de la sociedad no está para bollos.
El común de la gente, muy poco acostumbrada a manejar dinero plástico, se verá obligada a aguzar su inteligencia para manejarse con el cajero y las transferencias electrónicas, ante la imposibilidad de hacerse con el dinero en efectivo para cuestiones tan simples como juntar la cuota del alquiler o pagar la cuenta del almacenero. Un problema similar tendrán las empresas, aún para el manejo de requerimientos operativos mínimos, sobre todo si se tiene en cuenta la poca cintura que muestran los bancos a la hora de dar soluciones rápidas y fáciles a sus clientes. Es cierto que otras sociedades más avanzadas poseen esquemas similares al que instrumentó Cavallo y funcionan bien, pero por cierto no alcanzaron ese punto de prepo y sólo con el entrenamiento de un fin de semana. No hace falta tener una bola mágica para pronosticar que habrá más de un ataque de nervios.
Una promesa difícil de cumplir
Más preocupante aún es registrar que las medidas de Cavallo lucen como los murallones que se arman en las apuradas en los pueblos inundados del interior para tratar de que no avancen las aguas. El nuevo paquete es una medida defensiva, un corsé para ganar tiempo y evitar el derrumbe.
De todos modos, Cavallo se aseguró al pasar algún punto más de recaudación, porque el nuevo sistema multiplicará el uso de las transferencias financieras y los cheques, que aportan un 0,6% al fisco desde la sanción de la denominada ley de competitividad. También le complica las cosas al sector de la economía que opera en negro, que tendrá que apelar a nuevos esquemas para seguir esquilmándole al fisco unos 25 mil millones al año.
Cavallo prometió que las medidas excepcionales sólo tendrán una duración de tres meses. ¿Lo podrá cumplir? Está de por medio el éxito del canje de deuda, que está atado al cumplimiento de los acuerdos con los organismos de crédito, encadenados a su vez a la generación de consensos para garantizar la gobernabilidad del país en medio de la depresión económica. Son demasiadas variables en juego. El pronóstico es reservado.