Miguel Pisano
"Quien no ha navegado no ha vivido", asegura un viejo adagio popular. "El barco es la mejor forma de viajar", completa un colega enamorado del mar, quizá con ese mágico encanto cinematográfico que envuelve a los buques y a los trenes. Y algo de aquella sabia máxima se hace realidad con sólo abordar el imponente Splendour of the Seas, el barco-hotel cinco estrellas de Royal Caribbean que ofrece cruceros desde Buenos Aires entre Santos, Angra dos Reis y Buzios, en Brasil, y hasta Valparaíso, en Chile, luego de recorrer las costas patagónicas. El crucero de cuatro días entre Santos y Buzios aparece como una de las mejores formas de aprovechar un fin de semana largo y de disfrutar los encantos de un impresionante barco de 12 pisos que posee prácticamente todo y para todos los gustos, desde un par de piscinas (una descubierta y otra cerrada y con solarium), restaurantes, cafés, piano bar, free shop, discoteca, teatro y casino hasta sauna, jacuzzi, sala de belleza, gimnasio, spa, biblioteca, sala de Internet, sala de televisión y juegos para chicos. El paseo comienza a las 9.15 del sábado con el vuelo de poco más de dos horas entre Buenos Aires y San Pablo, donde continúa con un encantador viaje en micro por la impresionante mata atlántica -o lo que queda de ella, apenas un cuatro por ciento de foresta-, un bello paisaje de montañas tapizadas de bosques por las que serpentean las cuatro vías que conducen a Santos, un típico puerto marítimo donde reside la moderna terminal de Royal Caribbean. Allí comienza el crucero, cuando unos dos mil pasajeros embarcan desde las 17 en algo más de una hora con un novedoso sistema que les permite llegar a su cabina y reencontrarse con su equipaje sin haber movido un bolso. Las habitaciones, alfombradas y muy confortables, poseen televisión, computadora, un sillón y un escritorio como comodidades comunes, que ascienden con la categoría y el precio, y se dividen básicamente entre las que tienen o no ventana y balcón al mar. La malla parece la ropa ideal para pasar el día, que puede comenzar con el mismo amanecer si uno se levanta con el sol que besa el mar, recorre los pasillos solitarios, se apoya en la baranda de madera a disfrutar de la profundidad del azul del océano o se sienta a una cómoda mesa de la enorme confitería de la proa del noveno piso. Una caminata o un trote liviano por la cubierta, un buen libro o una mejor charla pueden ser la forma más amena de esperar el desayuno típicamente americano, que recién sirven a partir de las 8 afuera y desde las 8.30 en la confitería, y donde uno puede hallar realmente de todo. La cubierta del noveno y del décimo piso, con sus piscinas, bares y reposeras, así como la proa y la popa, son el sitio ideal para dejar pasar el día, entre el tibio sol brasileño, la belleza del mar y la típica música de estas costas. Un mozo pasará a levantar tu pedido, que traerá hasta la reposera o la pileta misma con sólo entregar la tarjeta otorgada especialmente por el barco y firmar la boleta, que luego será descontada de la tarjeta de crédito en la mayoría de los casos. El almuerzo más común -que está incluido como todas las comidas y bebidas a excepción de las alcohólicas y hasta las propinas de los mozos- es una hamburguesa o un pancho con papas fritas o una pizza con una cerveza en cualquiera de los bares de la piscina o del solarium, como para comer liviano y aprovechar el sol durante todo el día, con un buen protector con filtro 15 por lo menos mediante, aunque también existe la posibilidad de disfrutar de los manjares de sus restaurantes desde el mediodía. El Splendour arribó a la mañana temprano a Buzios, un encantador pueblito de menos de 20 mil almas y los mejores restaurantes y cafés argentinos, y la posibilidad más tentadora consiste en llegar hasta la costa en una lancha del propio barco que cruza cada 15 minutos y recorrerlo en un city tour, a pie o hasta en un buggy alquilado por unos 30 dólares. Uno puede pasarse el día entero en las encantadoras callecitas empedradas de este pueblo que hizo famoso Brigitte Bardot en los 60 y volver al barco cuando quiera, pero siempre antes de las 8 de la mañana del domingo, cuando zarpa de regreso a Santos. Las alternativas del Splendour son tan variadas como tentadoras y pasan por compartir una copa y bailar en la discoteca del último piso o en la del quinto, cenar platos locales o internacionales en sus restaurantes con los mejores vinos del mundo, tirarle unas fichas a la fortuna en el casino, disfrutar del teatro y no perderse el baile de carnaval al lado de la piscina ni el cóctel y la cena de gala de la última noche, la única ocasión en la que conviene vestir una ropa formal. Así, este magnífico crucero a Buzios ofrece la posibilidad de pasar un fin de semana largo bajo el cálido sol brasileño, alternar entre la reposera y la piscina con un buen trago y una mejor compañía, y disfrutar de los mejores cafés, boliches y restaurantes entre el abanico de posibilidades que brinda el Splendour, un auténtico hotel de cinco estrellas que camina sobre las aguas.
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