Desde su boda con el heredero al trono Naruhito, de 41 años, en junio de 1993, Masako -que se desempeñó como diplomática- estaba sometida a una gran presión de distintos círculos para dar un nuevo heredero al trono. En 1999 sufrió un aborto del que se hizo a la prensa responsable en parte. Naruhito hizo saber a su pueblo que se alegra de todo corazón por el nacimiento de su hija. El último varón de la familia imperial nació en 1965: el príncipe Akishino, el hermano menor de Naruhito. Ahora, podría volver a surgir con fuerza el debate político para revocar la discriminatoria ley sucesoria que impide el acceso de una mujer al trono en Japón. Pero otros no ven motivos para darse tanta prisa. Al fin y al cabo, todavía queda la esperanza de que Masako dé a luz un varón, pese a que el 9 de diciembre cumplirá 38 años. De todos modos, según una encuesta, el 71 por ciento de los japoneses verían con buenos ojos que una mujer ocupara el trono. Al fin y al cabo, en los 2.600 años de historia de la monarquía nipona hubo ya ocho emperatrices. En Japón, saber que la sucesión al trono está asegurada tiene una gran importancia simbólica. Pese a que desde la Segunda Guerra Mundial el tenno, el emperador, perdió el estatus de divinidad, continúa siendo el símbolo del Estado y de la unidad del pueblo. (DPA)
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