La química entre Jorge Drexler y el público que llenó la sala Lavardén se notó desde un principio. El recital se calentaba de a poco mientras el uruguayo matizaba con bromas y saludos. En el set acústico se creó un clima de intimidad incomparable. El cantautor se despachó con dos zambitas, "730 días-zamba del olvido" y "Alto el fuego", que alcanzaron para hipnotizar a la gente. Después, con mucha simpatía y paciencia, hizo cantar al público el juego de palabras del estribillo de "Aquellos tiempos".
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