Silvina Dezorzi
En apenas cinco años, la Municipalidad ya lanzó seis moratorias para los deudores de tasas y gravámenes, en las que incluyó prórrogas, beneficios y hasta planes para rescatar los convenios de pago caídos. Mañana será el turno de la séptima, que llega con una novedad: en el caso del derecho de registro e inspección dispondrá incluso una quita de capital de hasta el 20 por ciento. Más allá de las reales imposibilidades de cumplimiento de muchos contribuyentes y de las necesidades recaudatorias del Estado, la pregunta es qué sienten quienes saldaron sus obligaciones en término, pese a tener también dificultades económicas: ¿se vuelve a premiar a los incumplidores? Dos especialistas en materia tributaria sentaron posición sobre el tema ante La Capital. Los perdones municipales se sucedieron uno tras otro: octubre del 96, julio del 97 -en ese caso, con una prórroga de la moratoria en octubre del mismo año-, mayo del 98, diciembre del 98 y septiembre de 2000 (con varios aplazamientos y un posterior rescate de los planes caídos). "Sin duda, la Municipalidad vuelve a premiar a los incumplidores", dijo el economista Antonio Margariti. Para él, este nuevo perdón puede responder a dos razones: de interés particular o de bien común. "Si es por mero interés municipal, ¿por qué no se otorgan las mismas ventajas a los que pagaron sus impuestos correctamente? -se preguntó Margariti-. Y si es por razones de bien común, ¿por qué no se rebajan las alícuotas para que la igualdad sea la base de los impuestos y todos puedan pagar como corresponde?". No sin críticas, aunque más tolerante con la implementación de una moratoria en esta oportunidad, el especialista en temas tributarios Enrique Lingua opinó que su lanzamiento "en verdad no se hace como favor al contribuyente sino porque el Estado necesita plata: dice «prefiero cobrar mal y poco antes que nada»". Desde el punto de vista del contribuyente, Lingua admitió que quien "se esforzó por pagar en término ahora se siente como el pato de la boda: le cobraron altos impuestos y después aparece una norma que beneficia cobrándole más barato a los que no pagaron". Aun así, Lingua rescató del perdón fiscal la oportunidad que ofrece, en tiempos tan difíciles, a los que realmente tuvieron imposibilidad de pago. "Es una cuestión de ética y solidaridad, pero con frecuencia los vivos se esconden detrás de los débiles", afirmó.
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