La Iglesia Católica rechazó la clonación humana y exigió la prohibición de cualquier práctica relacionada con esa técnica al afirmar que se trata de "un acto maligno". El representante del Vaticano ante la ONU, el arzobispo Renato Martino, expresó esa posición en la asamblea sobre la "Convención Internacional contra la clonación de seres humanos" el 20 de noviembre. Según Martino los nacidos como resultado de una clonación comenzarían sus vidas con una anomalía. "La clonación niega dignidad humana al niño, haciéndolo esclavo de la voluntad de los otros. El niño se convertiría en un objeto y en un producto del capricho de alguien y no en un ser humano único, igual en dignidad a quienes lo han creado", afirmó. También sostuvo que detrás de la clonación se esconden intereses económicos.
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