En septiembre pasado, cuando Lorenzo Domínguez asumió al frente del ministerio de Gobierno de la provincia, reprodujo lo que todos sus antecesores dijeron en similares circunstancias: "La prioridad es descomprimir la superpoblación en las comisarías". Sin embargo, a casi tres meses de su llegada al cargo, el funcionario no ha podido modificar la situación y las condiciones de hacinamiento en la que conviven más de mil reclusos. Allí se encuentra uno de los tantos motivos que abonan los permanentes intentos de fugas y las numerosas evasiones que se concretan en las comisarías rosarinas.
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No obstante esa realidad, vale decir que en los primeros nueve meses del año ya se habían trasladado a cárceles de la provincia unos 850 detenidos en penales de seccionales y los funcionarios estudian la utilización de ociosas instalaciones militares para convertirlas en calabozos. Esa situación, sin embargo, no da solución final al problema: "la superpoblación en los penales no será superada hasta que se construyan nuevas instalaciones carcelarias", afirman desde Gobierno.
En este marco, en el que abundan las presentaciones de hábeas corpus correctivos y las disposiciones judiciales que establecen urgentes traslados de reclusos a otras dependencias, el año 2001 parece llegar a su fin con un verdadero récord de fugas. Y basta con recurrir a un archivo para demostrar que la mayoría de ellas se produjeron en los meses de altas temperaturas, cuando las condiciones de habitabilidad en los penales se vuelven insoportables para cualquier ser humano. Para muestra bastaría decir que en los tres primeros meses del año se constataron -al menos oficialmente- ocho de las diez evasiones registradas.
Entre todos esos hecho, la seccional 19ª ya había sido escenario de una fuga. Ocurrió el 12 de febrero último cuando siete reclusos forzaron dos candados de uno de los calabozos, alcanzaron un patio interno del penal y desaparecieron a través de los techos de viviendas vecinas. Por entonces tres efectivos custodiaban a 44 presos.
La misma seccional fue noticia el 2 de mayo cuando la guardia de la dependencia descubrió a tres reclusos que estaban limando los barrotes de la puerta del penal transitorio, al cual había accedido por un boquete de 35 centímetros hecho en la pared del penal general.