Año CXXXV
 Nº 49.311
Rosario,
domingo  25 de
noviembre de 2001
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Impuestos
El que no consume es el gran culpable de todos los males
El gobierno espera que los consumidores hagan clic. La clave está en las tasas de interés

Pablo Kandel

A través de las declaraciones pronunciadas por el presidente de la Nación en Portugal, luego atemperadas pero no lo suficiente, se percibe una clara intencionalidad de incriminar a los consumidores por no consumir lo suficiente y no reactivar la economía.
Ya sea que se les acuse de demasiado espíritu ahorrativo, o por carecer de recursos, lo cierto es que en esferas oficiales se está acumulando una presión de cansancio y bronca contra los consumidores que no consumen.
No sería de extrañar que al final el consumidor resulte responsable de la evasión impositiva, pues si no consume no puede pedir la factura y si no la pide, no puede comprobar si el comerciante es evasor o no.
Una aparatosa propaganda oficial, en momentos en que se decía que no había plata para nada, menos para publicidad, apunta a echar la culpa al consumidor si compra algo y no pide la factura, recordando que desde el año 1997 el consumidor que no haga eso, es decir, que no pida la factura y no salga con ella en la mano del negocio, junto con la mercadería que adquirió, puede ser multado con sumas que van de 20 a 2.500 pesos.
Pero ahora se avanza un paso más: el gobierno se traza un determinado objetivo de recaudación, basado en impuestos al consumo, porque tanto el IVA como los ingresos brutos, o los impuestos internos, el impuesto a los combustibles y gran parte del impuesto a los cheques, se basan en el movimiento que genera el consumo.
Incluso parte del impuesto a las ganancias reconoce ese mismo origen. Pero si no hay consumo entonces no hay que ser demasiado intelectuales para darse cuenta de que esas metas de recaudación no se van a conseguir y, al contrario, la recaudación va a caer cada vez más, 10, 14, 16 por ciento o más, y de ahí la progresiva individualización del consumidor como el gran responsable de todo lo que está sucediendo.
Nadie en el gobierno ni entre quienes sostienen esa doctrina se para a pensar si el consumidor tiene plata, pero aunque la tuviera, existirían otras formas de promover el consumo que no se utilizan o han sido abandonadas.
El mejor ejemplo de esto es el plan canje automotor que se usó hasta 2000 con cierto éxito pero que se abandonó en 2001 por razones fiscales.
Se dice que ese plan ya no es necesario porque el precio de los automotores cero kilómetro, cayó como consecuencia de la deflación, pero también cayeron aun más los precios de los autos usados y aun más los salarios e ingresos de quienes los manejan y que serían los potenciales usuarios de nuevos vehículos.
Habría que insistir más en la rebaja de las tasas de interés, no solo las activas, para los préstamos, sino las pasivas para los depósitos, procurar el alargamiento de los plazos de pago y la posibilidad de renovación automática del crédito, sea en pesos, en dólares o en las llamadas "terceras monedas", con la única condición de que haya un cumplimiento estricto de las cuotas mensuales, de modo que el consumidor se sienta alentado a consumir aun sin dinero o con poco dinero, con absoluta confianza de que no se le van a alterar las reglas de juego.
Si esto conduce en última instancia a que se regale parte de la mercadería, no sería nada raro y tampoco contrario a las reglas del capitalismo, ya que en algunos casos, se ha producido la venta de productos a precios simbólicos, baste recordar lo que eran las "liquidaciones finales" de las grandes tiendas de otra época, y ha habido tasas de interés pasivas a "menos cero de interés" para que el ahorrista saque la plata y la vuelque a consumir. (DyN)



Caro Figuero, jefe de la Afip, con la mira sobre la evasión.
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