La dolarización de la economía argentina es una de las alternativas que se barajan desde hace tiempo como salida de la crisis y la volatilidad que generan los temores por una eventual devaluación del peso. Los adalides de la dolarización ponen como ejemplo el caso de Ecuador, que en enero de 2000 implementó esta medida, obteniendo interesantes resultados macroeconómicos.
Un estudio realizado por el Departamento Económico del Scotiabank Quilmes, sin objetar la dolarización en sí misma, cuestiona la opinión según la cual la extinción de la moneda argentina devendría en bienestar para el país. También rebate el argumento del caso ecuatoriano ya que las dimensiones y situaciones de ambos países difieren tanto que no es posible esperar los mismos resultados para Argentina.
Es más, el informe destaca que "la experiencia ecuatoriana corrobora el carácter complementario de la dolarización, ya que por sí sola no resuelve los problemas".
"Dólares ecuatorianos"
A lo largo de su historia reciente, Ecuador vivió procesos de inestabilidad política y económica que fueron generando una dolarización de hecho de la economía, a causa de que la alta inflación fue provocando una depreciación cada vez más acentuada del tipo de cambio.
Ecuador mostraba todos los síntomas que hacían necesario introducir un plan de estabilización basado en un "ancla" nominal para los precios (ya en 1996, el entonces presidente Bucaram llamó a Domingo Cavallo para implementar un sistema de convertibilidad).
La economía real ecuatoriana entró en una fase de desaceleración a partir del cuarto trimestre de 1997, que pronto dio paso a una recesión. La crisis fue tal que el gobierno dispuso en marzo de 1999 un congelamiento de los depósitos bancarios, y el persistente deterioro de las finanzas públicas llevó a que el gobierno reestructura su deuda a mediados de 2000.
El proyecto de dolarización plena se anunció en enero de 2000 y el lapso para completar el proceso se extendió hasta septiembre de 2000, cuando el sucre salió de circulación. Durante la transición, el Banco Central pasó a funcionar como una caja de conversión, manteniendo reservas como respaldo del 100 por ciento de la base monetaria en sucres. El exceso de reservas por encima de tal respaldo se constituiría en reservas de libre disponibilidad, que darían al Banco Central una facultad -limitada- de prestamista de última instancia. Adicionalmente, se creó un un fondo de liquidez para asistir a entidades financieras con problemas temporarios.
Los resultados
Los resultados de la dolarización, en términos de estabilización fueron una baja de la inflación que pasó de 96% en 2000 a 30% en los 12 meses hasta julio de 2001. Las tasas de interés también han descendido marcadamente, aunque el riesgo país relativamente alto es un obstáculo para seguir descendiendo. Por su parte, la economía creció en 2000 al 2,5% y las estimaciones para este año se ubican entre el 4,5% y el 5% (llevando el PBI ecuatoriano a 16.900 millones de dólares).
Pero, el análisis del Departamento Económico del Scotiabank remarca que el crecimiento del producto tiene que ver no sólo con el cambio de expectativas generado por la dolarización, sino también con la construcción de un nuevo oleoducto (que duplicaría las exportaciones de petróleo y atraería inversiones por 3.000 millones de dólares). Además, los altos precios del petróleo y el incremento en su producción han producido superávit tanto en la cuenta corriente de la balanza comercial como en las finanzas públicas. Por otra parte, la administración actual ha emprendido la venta del principal banco estatal, Filanbanco.
A pesar de las reformas ya encaradas en Ecuador, una de las razones para el nivel de riesgo país es la resistencia de la oposición política a acciones estructurales como privatización de los servicios de energía eléctrica y flexibilización laboral, entre otros.
Para Argentina
El estudio indica que "la experiencia ecuatoriana revela claramente el potencial de una política de dolarización para estabilizar los precios y producir bajas en las tasas de interés vinculadas con tal estabilización". Sin embargo, aclara que "trasladar sin más los resultados macroeconómicos ecuatorianos al caso argentino luce demasiado arriesgado".
Para esto se puede comparar la situación de ambos países en algunos aspectos relevantes:
* La baja en las tasas de interés en Ecuador se dio en medio de un proceso de reducción de la inflación. Argentina ya vivió ese proceso en los primeros años del Plan de Convertibilidad, y actualmente presenta una situación deflacionaria, por lo que los beneficios derivados de la introducción de un ancla nominal no resultan aplicables aquí y ahora.
* La dolarización ecuatoriana se da en medio de un proceso de reformas, muchas de las cuales ya fueron realizadas en Argentina como la privatización de los servicios públicos y la mejora de la regulación del sistema financiero, entre otras.
* La diferencia en tamaño y complejidad relativas de las economías argentina y ecuatoriana hace difícil una comparación directa. Para tener una idea basta con ver que en Ecuador una sola obra como un oleoducto tiene en su PBI una repercusión mucho más amplia que la que podría tener en Argentina.
El análisis señala que "existe cierto consenso en cuanto a que la reducción de las tasas de interés domésticas sea el efecto más probable de la dolarización". Pero también plantea lo lábil de este argumento al tratar de determinar cuánto del riesgo país obedece a temor de una de devaluación y cuánto al de incumplimiento de la deuda.
"Consecuencias más amplias de una medida así son más difíciles de determinar por más que, dependiendo de la coyuntura, la dolarización puede llegar a lucir más ventajosa que otras alternativas", advierte el informe, y concluye que "la elección del régimen cambiario es un asunto lo suficientemente complejo como para no aplicar, sin más, resultados obtenidos en otras economías".