Aarón Castellanos. - El presidente comunal Eduardo Salleras vive en el campo La Margarita, a unos 15 kilómetros de la zona urbana y a pesar de que la distancia es corta, para llegar a su lugar de trabajo debe realizar una travesía en lancha, sino por tierra tendría que recorrer unos 300 kilómetros. A bordo de la embarcación, cuesta creer que el hombre empeñado en defender a la humilde localidad, en los años 70 escribía poesías en Barrio Norte de la Capital Federal y soñaba con cantar como Creedence Clearwater Revival.
La Margarita está al sur de la inundada ruta 7, y desde que las lluvias de las últimas semanas cortaron el único camino alternativo, el lugar quedó aislado de Aarón Castellanos. La única opción es cruzar en lancha ese nuevo avance de La Picasa, ya que por camino de tierra para llegar a la comuna debería recorrer 300 kilómetros.
Cada mañana cerca de las nueve, Salleras estaciona su camioneta en el último tramo seco del camino inutilizado, en la estancia Huyilló, y toma una lancha que arranca por una ruta invisible mojoneada con bidones. Cuando el tiempo es bueno el viaje también lo es, pero a veces le toca regresar de noche, con la luz de de la luna como única guía.
En una realidad que le es adversa por los cuatro costados, Salleras volvió a ganar las elecciones sin lista opositora. Dice que saca la garra y el espíritu de competencia de sus viejas lides de rugbier. "No pienso abandonar a esta gente, sobre todo después que dijeron que en lugar de defender al pueblo convenía mudar las familias a Rufino", recordó.
A los 21 años, y con el título de licenciado en administración agraria, cuenta que cedió a un ataque de locura, plantó el trabajo de disk jockey de fiestas y desfiles de modas, el grupo musical que integraba con un yerno de Antonio Cafiero y se vino a administrar el campo que desde 1908, su familia tenía en este lugar.
Está casado con Ana y tiene dos hijas, Catalina y Margarita, de 18 y 19 años. Desde hace cinco años escribe un libro sobre religiones, y releyó todas las veces que pudo el Dogma Socialista de Esteban Echeverría, y a Khalil Gibrham. Se define como liberal a ultranza pero piensa que para encarrilar la crisis argentina habría que poner andaribeles más firmes.
En diciembre asumirá por cuarta vez, y ad honórem, la conducción de Aarón Castellanos. Para apuntalar a la pequeña comunidad abrió una venta de combustibles, reabrió el club, y compró las máquinas para una textil que se cerró cuando se cortaron todos los caminos. Tiene un estilo frontal para dar sus opiniones y se convirtió en un referente en el tema de La Picasa porque anticipó los movimientos del agua.
"Me enamoré de Aarón Castellanos. Me atrajo su fisonomía, empecé a tratar con su gente, me aquerencié y terminé siendo director de la Escuela Agrotécnica del lugar", explicó Salleras que a pesar de haber ganado las elecciones por el PJ se declara independiente y recuerda que su familia sufrió a Perón.
Tiempos difíciles
Administrar una comuna sitiada por el agua no es tarea sencilla. Las clases ya terminaron en el Colegio Agrotécnico y en el nivel primero aguardan la autorización para hacerlo. En los últimos tiempos las cosas se agravaron y los chicos no pueden llegar hasta el pueblo.
Si el agua todavía no entró a la zona urbana es gracias a dos bombas que funcionan a tiempo completo, siempre que se consiga dinero para el gasoil. La última semana se inundó un tambo, pero la gente asimiló el nuevo paso adelante que dio La Picasa y sigue su vida.
Aquí las cosas cuestan caras, los viajantes casi no llegan y los modestos comerciantes deben aprovisionarse en Rufino para sostener sus negocios. El 95 por ciento de los peones rurales que el agua expulsó se dedica a la pesca y se les hace muy difícil esperar hasta diciembre para que concluya la veda.