La Rioja (enviados especiales).- Se mueve en La Rioja como una estrella de cine. Una corte de admiradores lo protege, los referentes de segunda línea del PJ merodean su despacho: entran o salen según el antojo del ídolo. Cuando una puerta se abre, los flashes se dirigen en esa dirección. Pero si la figura que emerge no es la de Menem, las cámaras dejan de disparar. Es notable cómo maneja los tiempos con los periodistas: los hace esperar y recién aparece cuando la ansiedad está en su punto máximo. Se trata de otra de las diferencias con los demás, con los otros, aunque se trate de sus más estrechos colaboradores o de su círculo de incondicionales.
La conferencia de prensa fue un claro ejemplo de esa puesta en escena. Primero dejó que entraran Eduardo Menem y su hijo Adrián Menem, el gobernador Eduardo Maza y su abogado Oscar Salvi. Luego esperó unos minutos y salió junto a su esposa Cecilia Bolocco. Vestido de impecable sport: una remera de piqué azul eléctrico, pantalones blancos, zapatos náuticos marrones y zoquetes al tono. "Quiero aclarar que cualquiera que está en esta mesa puede responder sus inquietudes", les dijo a los casi 200 periodistas acreditados. Después agregó riéndose: "Lo digo así me dejan descansar un poco". Un gesto típico de Menem: liberó la formalidad con una humorada.
Unico objetivo
Para la prensa -salvo un medio chileno que interrogó a Bolocco- hubo un solo objetivo: Menem, sobre todo luego de las explosivas declaraciones del miércoles donde, entre otras cosas, lanzó su candidatura presidencial para el 2003.
El ex presidente volvió a adoptar en la rueda de prensa esa pose omnipotente que lo caracterizó cuando estaba en el esplendor de su poder. Tampoco faltaron los gestos magnánimos, aun cuando algunas preguntas tocaron su lado más sensible. Fue cuando lo consultaron por la ausencia de su hija en su "regreso triunfal" a La Rioja y el rostro de Bolocco dejó escapar una mueca de incomodidad. "Me parece de muy mal gusto esa pregunta. No se la voy a contestar, pero tiene todo el derecho de haberla formulado. Usted sabe muy bien por qué Zulemita no está acá".
Su humor no cambió a pesar de lo que consideró "una impertinencia". Enseguida comenzó a reírse como un adolescente que acaba de presenciar una travesura escolar cuando un fotógrafo que intentaba tomarle la enésima toma perdió el equilibrio y se pegó un tremendo porrazo. Menem no podía parar de reír, y tampoco -faltaba más- los invitados a su mesa.
Luego, Menem se fue a jugar al golf. Se corrió la voz que adelantó dos horas la conferencia con el único propósito de disfrutar del deporte que tuvo vedado en la quinta de su amigo Armando Gostanián.