Los cinco niños palestinos de Khan Yunis, muertos ayer por el estallido de un proyectil de tanque israelí abandonado, son sólo las últimas víctimas pequeñas de un conflicto interminable que no tuvo respeto ni por los niños. Hace apenas una semana, Unicef, la agencia de la ONU que protege a la infancia, había exhortado a Israel a no disparar a los niños en los territorios autónomos de Cisjordania y Gaza. Desde el inicio de la segunda Intifada, ya hace 14 meses, son al menos 194 los niños y adolescentes palestinos muertos por soldados israelíes. Los primeros días de la nueva revuelta palestina asistieron a la muerte de Mohammed Dura (10 años), ocurrida en Gaza frente a las cámaras de muchas cadenas de televisión. Dieron la vuelta al mundo las imágenes del niño cuyo padre, inutilmente, intentó salvar de los disparos de los soldados israelíes durante un violento tiroteo con agentes de la policía palestina. Pero no son sólo los padres palestinos quienes lloran a sus hijos, ya que desde el inicio de la nueva Intifada han muerto más de 50 niños o adolescentes israelíes. Algunos fueron alcanzados por explosiones de "kamikazes" de los grupos integristas Hamas y de Jihad Islámica en lugares públicos israelíes. Los casos más graves fueron los atentados a una discoteca de Tel Aviv, a principios de junio, y a una pizzería en el centro de Jerusalén, en agosto pasado. Y en Israel nadie podrá olvidar jamás a la recién nacida Shelvehet Pass, hija de colonos judíos de Hebron (Cisjordania), alcanzada en el tórax en marzo pasado por un disparo de francotiradores palestinos.
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