Pablo R. Procopio
Sorprendidos hasta el extremo. Algunos rosarinos reaccionaron así cuando ayer por la mañana salieron de sus casas y se encontraron con un paisaje desolador. Cables aéreos por el piso, ramas y árboles esparcidos en todos lados, hojas que taparon los sumideros y chapas que se desprendieron de precarias viviendas. El panorama tras el temporal de anteayer generó pánico. "El guardia que estaba trabajando en el momento de la copiosa lluvia no salía de su asombro. No podía creer cómo semejante mole de hierro era arrastrada por e l viento", dijo ayer Ariel Velozo, otro de los empleados de seguridad del muelle sur del Puerto de Rosario. Allí se desplomó al río una grúa de cerca de 270 toneladas. Mientras, en Riccheri y Comodoro Rivadavia, Jorge Albornoz relató a La Capital que hace tres años pidió a Parques y Paseos "que retiraran el paraíso" de la puerta de su casa. "Estaba podrido y las ratas hicieron una guarida del tronco", contó. Peor aún. Recién un año después de que se le enviara la nota correspondiente a la repartición municipal, llegaron los operarios para retirar la planta. "La marcaron y volvieron al mes. Pero, en vez de sacar el árbol, sacaron otro", dijo Albornoz entre indignado y azorado. Lo cierto es que finalmente el paraíso se vino abajo durante la tormenta de anteayer. Atravesó la calle y "por poco no se cae encima de la casa", sostuvo el atribulado frentista. Otro vestigio incontrastable del temporal se pudo observar ayer en Flamarión al 4500. Allí todavía quedaban trozos de la mampostería del techo de una vivienda. "Estaba en la cocina y sentí un golpazo", contó la propietaria de la casa. Inmediatamente encontró a su hijo sobre la cama y atrapado entre los escombros. La mujer removió los restos del techo para salvar al niño. Orlando Romero trabaja en un frigorífico de Pérez. Es el esposo de Vilma Sosa, la mujer a quien la tormenta obligó a refugiarse bajo un eucaliptus con absoluta desgracia ya que se produjo el desprendimiento de una rama que impactó de lleno sobre su cabeza y murió en el acto. El hombre sigue lamentando lo sucedido. "Apenas pasó el accidente me llamó un guardia de la policía. Esto es terrible. Estoy preocupado por mis hijos, tengo cinco y la más chiquita sólo tiene tres años. Es terrible", se quebró. Otra de las consecuencias insólitas de la tempestad tuvo lugar en Copahue 6280 (Laprida al 6200), barrio de la Carne. Allí se cayó la baranda de material de la terraza del monoblock 17. "La mampostería estaba deteriorada hacía tiempo y Vivienda fue notificada convenientemente. Sin embargo, jamás actuó", dijo uno de los vecinos del edificio, Eliseo Roldán. El desmoronamiento se produjo cerca de las 20 de anteayer. "Fue un estruendo bárbaro, aunque no llegó a caerse toda la pared. Todavía hay una parte que corre riesgo", advirtió el morador del Fonavi. El ruido de esta caída se sumó al de un tapial que también se cayó. Es el de la casa de la familia Echeverría, ubicada enfrente del monoblock. "Pasamos horas de terror", confesó una anciana que ahora teme salir de su casa.
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