Gustavo Conti
"El fútbol es sanguinario. Perdés tres partidos y ya dicen que tenés que irte. Es lamentable que sea así, pero es la realidad". Las palabras pertenecen a Llop y fueron dichas a una radio cordobesa, antes del triunfo ante Talleres. Y cuánta razón tiene el Chocho. Esta actividad quizás representa como pocas lo más encarnizado de las ideas del modelo capitalista, donde sirve sólo el que gana y el que pierde se ve obligado a sucumbir, casi como si se tratara de un juego de supervivencia del más apto, sin importar que vivir implica dejar vivir y no hacer de la competencia su motivación suprema. Pero esta sociedad argentina posmoderna creció en ese sistema, económico primariamente y luego político y cultural, que no sólo ha tratado de aplastar de múltiples y variadas formas otros pensamientos, (en dictadura o democracia) sino que en los últimos años, con la acentuación de los procesos de globalización y concentración de riquezas, exacerbó su leit motiv para mantener su status. Y eso se nota en el fútbol, actividad lucrativa si las hay porque en el capitalismo, cuanto más popularidad exista, mayor será el margen para los negocios. Lo contradictorio (o no tanto, porque allí juegan su rol la educación y la cultura) es que las mayorías aceptan sin chistar esa realidad, y son las que presionan desde una tribuna o desde un medio para avalarla y darle su condición de natural. El fútbol es apenas un escenario más donde se desarrolla el modo de vida de los pueblos, pero como está tan arraigado en la cultura argentina, desde él se pueden sacar conclusiones. Por eso Llop dice que es "sanguinario", por intolerante, porque es paranoico, y esa paranoia deviene del modo de concebir las cosas en que está inmerso. Por eso los técnicos duran cada vez menos, algunos dirigentes cada vez aman menos la camiseta y usan sus sillones como espacio de poder y lucro, y. quieren seguir mostrándose como los salvadores de clubes que ellos mismos llevaron a la ruina. Por eso a los hinchas sólo les interesa ganar sin importarles el cómo y se quedan siempre en la superficie. La masa, la que podría transformar las cosas, la que tiene la fuerza del número, se conforma muchas veces con las dádivas de los poderosos, quienes de esa manera compran conciente o inconcientemente su voluntad, maniatándole su capacidad de razonar, de entender y así promover acciones de cambio. Por eso, Llop puede quedarse tranquilo esta semana. Zafó del clásico, viene de racha, nadie lo cuestionará, porque si no lo hace en las derrotas cuando no puede ver más allá de la capacidad o no del técnico como única raíz de los problemas, menos lo hará ahora. Tiene razón el Chocho, el fútbol es sanguinario, pero no inhumano. ¿O acaso son otros seres los que lo viven mortificando?
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