Año CXXXV
 Nº 49.306
Rosario,
martes  20 de
noviembre de 2001
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Impuestos, intercambios y consorcios, posibles soluciones
Hay distintas fórmulas para evitar que continúe la migración. La ONU plantea propuestas radicales

El mundo científico se ha planteado distintas fórmulas para controlar la fuga de cerebros, desde cobrar impuestos a los emigrantes hasta el intercambio de profesionales pero de forma controlada. Fernando Lema, coordinador del Grupo de Cooperación con América latina del Instituto Pasteur de París y asesor de Raíces, aboga por la formación de consorcios "que reúnan las competencias de los países del Sur".
Argentina podría ofrecer competencias en física nuclear, aeronáutica o informática a China, Sudáfrica y Corea, "donde las diferencias de potencial pueden permitirnos aplicar una idea y venderla, vender servicios tecnológicos, de consejo científico y de consultoría industrial".
A los países desarrollados Lema les propondría crear "multicentros" especializados en física o biotecnología en el Sur, para "desplazar esos centros de poder intelectual concentrados en un mismo país". Pero "la gente se va cuando quiere y vuelve cuando quiere o cuando puede", reconoce el experto. Entonces, propone acuerdos más puntuales con países "receptores" de científicos.
"Podríamos negociar -dice- que se vayan a Canadá 50 mil argentinos en cinco años, de entre 20 y 25 años, a formarse durante dos o tres años, después trabajar allí dos o tres más y volver en el marco de un contrato para introducir otra manera de saber y hacer, para generar microempresas".

Cobrar la salida
En la ONU se han planteado opciones más radicales: cobrar un impuesto a la "salida" de cerebros que afecta a muchos países. India, por ejemplo, perderá en los próximos tres años los 2 mil millones de dólares que gastó en formar a los 100 mil programadores informáticos que atraerá Estados Unidos con visados especiales.
Un impuesto al contratado o a la empresa que lo contrata, por el equivalente a dos meses del sueldo ofrecido, elevaría entre un quinto y un tercio la inversión pública de India en educación superior.
Otras fórmulas impositivas consideradas son darle al estudiante un préstamo a administrar para sus cursos que debería devolver si emigra, gravar sus bienes en el país de destino, incluyendo sus salarios hasta el 15 por ciento, u otras pero acordadas con el país receptor.
Corea del Sur y Taiwán, dos de los países más afectados por la fuga en Asia, optaron sin embargo -después de vanos esfuerzos económicos por retener sus cerebros- por la variante que emprendió la Argentina, la de establecer redes de contacto como Raíces. (Télam)


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