Algunos países desarrollados se suman a la lista de los más pobres que sufren más intensamente la fuga de cerebros, porque los suyos emigran en busca de condiciones aún mejores. Para frenar el éxodo, Australia destina un fondo especial de 2 mil millones de dólares en becas, incentivos impositivos y subsidios para evitar la fuga de sus cerebros. Por su parte, España ha debatido durante los últimos años cómo retener científicos y técnicos que prefieren seguir sus carreras fuera de un país que sin embargo tiene uno de los estándares de calidad de vida más altos del planeta. El gobierno intenta recuperar científicos mediante "contratos de sólo (sic) cinco años", sin prórroga, pero con posibilidad de otros tres. El programa Ramón y Cajal, para contratar a 800 investigadores doctores españoles este año, y los siguientes implementados para elevar el número a dos mil repatriados en el 2003, "no resuelve el problema", reconoció el gobierno recientemente. En cambio, Alemania, con Estados Unidos, es uno de los países más receptores de profesionales, y ha considerado este año poner en marcha un programa para incorporar hasta 50 mil extranjeros capacitados por año. (Télam)
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