Pablo Díaz de Brito
El golpe terrorista del 11 de septiembre y la ola de temor que le siguió tuvieron un duro efecto sobre la economía de México, socio de EEUU y Canadá en el Tratado de Libre Comercio (TLC, o Nafta, por sus siglas en inglés). Pese a este traspié, el tratado, vigente desde el 1994 y tan denostado por la izquierda latinoamericana, "multiplicó nuestras exportaciones en manera impresionante, nos colocó como octava potencia exportadora y segundo cliente comercial de EEUU, solo precedidos por Canadá", y dio al país "85.000 millones de dólares en inversiones extranjeras directas en seis años". México exporta 180.000 millones de dólares anuales a sus dos socios norteños. Estos éxitos del TLC permiten exhibir al país, pese al marco recesivo internacional, una macroeconomía sana y perspectivas reales de crecimiento para 2002. Rosario Green, embajadora de México en Argentina y hasta el año pasado canciller del anterior gobierno de ese país, defendió en estos términos al Nafta-TLC y se auguró que el futuro Alca podría devenir, con el tiempo, algo similar a la Unión Europea y no un mero espacio de libre comercio. "Los latinoamericanos buscamos en el Alca algo más que el Nafta y debemos negociar unidos frente a EEUU". La embajadora Green estuvo en Rosario para participar de un seminario organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR junto a otros diplomáticos. -A partir del conflicto que se desata el 11 de septiembre, ¿Cuál es la percepción que tiene México del nuevo escenario? -Creo que el principal impacto en el corto plazo es más que nada para el turismo. México es un país que depende en manera importante del turismo, es nuestro segundo ingreso luego de las exportaciones. El tercero es el de las remesas de los trabajadores migratorios (en EEUU). Las pérdida se dan en los tres renglones. Pese a esto México será capaz al finalizar este año de exportar 180.000 millones a EEUU y Canadá. Creo que las remesas han bajado porque el mexicano que se va por estas fechas al otro lado (por EEUU) lo piensa mejor, tiene miedo. No tenemos aún el numero exacto pero un número importante de mexicanos trabajaba en las Torres. Este miedo implica un costo de oportunidad brutal y hace que las remesas, de unos 6000 millones al año, se vean afectadas. Pero sin duda el turismo es el que más sufre. Ya veníamos acusando una pérdida de crecimiento por la recesión de EEUU, de más de un año, que le costó a México perder todo el crecimiento con que se inicia la administración Fox (el 1º de diciembre de 2000). Cuando el presidente Ernesto Zedillo deja el gobierno, hay una tasa de crecimiento del 7%. Si bien a principios del año se estimaba un crecimiento del 3%, luego del 11 de septiembre creemos que no vamos a crecer nada. Pero la inflación es baja, 6%, las reservas internacionales están altas, la tasa de cambio no se ha movido, se mantiene en torno al 10 a 1. Y políticamente estamos estables. Estas son las condiciones que busca el inversionista, por eso estamos esperando este año 25.000 millones de inversión extranjera, cifra récord. Incluyo aquí los 12.500 millones de la compra de Banamex (el mayor banco mexicano) por Citibank. Pero de todas maneras es una muy buena cifra global para un año como éste. Además siempre hemos operado con superávit comercial, y los pagos de deuda está bien programados. -¿Cómo analiza la expansión del Nafta en versión Alca? -Creo que hay una lectura no del todo equivocada, de que el Alca sería la mera extensión del Nafta al resto de la región. Es una lectura que a México no le interesa, porque entrar en un ejercicio negociador, con todos sus costos, para sacar lo que ya tenemos, no es muy atractivo. Creo que lo que buscamos los latinoamericanos es un Alca que contenga la posibilidad de algo más que el Nafta, que contemple a todos los sectores, no que sea "este sector sí y aquel no", que es el temor de países que tienen una gran producción agrícola, como Argentina. Los latinoamericanos tenemos que juntar nuestras fuerzas para exigir a EEUU que la negociación incluya a todos los sectores. También me gustaría conversar de fondos compensatorios para infraestructura y apoyar a los países de menor desarrollo relativo. -Cuahtémoc Cárdenas dijo acá que al modelo del TLC-Alca hay que oponerle el de la Unión Europea, con su modelo social, sus fondos estructurales, etc. Pero esto no interesa a Washington ni en lo más mínimo. -No le interesaba. No sé si después del 11 de septiembre no cambian un poco las perspectivas. Tal vez a los europeos no les interesó este modelo entre guerras, pero sí después de la II Guerra Mundial. Y la prueba es que el plan del que nace la Unión Europea es un plan sectorial para el carbón y el acero (en 1950). Empezaron así y poco a poco acabaron siendo 15, con una moneda común, Maastricht, etc. Cosas impensables entonces, y logradas en sólo medio siglo. Una Europa sin más guerras, este es el verdadero milagro del siglo XX. En el marco del Alca no sé si socios más confiables no exigen mayores certidumbres y un aglutinamiento continental de pulir los extremos y de hacer que los pequeños socios se incorporen, hacer bajar barreras arancelarias entre nosotros. Antes del 11 mucho de esto era motivo de fricción. Porque cada quien en América latina, y lo hemos demostrado, cientos, miles de veces cada quien trabaja para su santo. Damos la impresión de ser una colectividad pero luego cada quien negocia por su cuenta, en lo político y lo económico. Pero tal vez el 11 nos colocó en una perspectiva diferente. Que seamos una alianza continental, no sólo una alianza para la guerra. -¿Qué responde a los que dicen que el Nafta fue crecimiento con explotación, con maquiladoras, industrias de fronteras que ensamblan y mandan a EEUU y nada más? -Les respondo que el Nafta multiplicó nuestras exportaciones en manera impresionante, nos colocó como octava potencia exportadora, como segundo cliente comercial de EEUU, solo precedidos por Canadá, y tenemos posibilidades de desplazarlo de ese lugar. Y también sé que los salarios en este sector exportador son más altos que la media; esa una visión parcializada y aguafiestas del Nafta. Es una mala lectura, hay que verlo en su conjunto. Sirvió para lo que debe servir un tratado de libre comercio: incrementó el comercio, incrementó la inversión, las fuentes de trabajo y el crecimiento. No se puede pedir que también distribuya el ingreso: esa es una política pública y corresponde al Estado mexicano, y ahí hay mucho que hacer. Puede que la patente no sea nuestra, pero podemos producir un auto y lo hacemos en todos sus componentes, y lo producimos par exportación. No hay un auto mexicano pero somos nosotros los que los producimos de principio a fin. Por ejemplo el "New Bettle" (el nuevo escarabajo), sólo lo podemos producir nosotros. Yo prefiero una población que este conectada a un esquema de esta naturaleza en lugar de un país en el que la gente no tenga ninguna oportunidad. El Nafta abrió oportunidades. Pudimos convertirnos en el segundo socio comercial de EEUU y el cuarto de Canadá y acumulamos desde el inicio del tratado en el 94 y hasta el 2000, 85.000 millones de dólares en inversión extranjera directa (IED). Somos el país del Tercer Mundo que recibe más IED, después de China y Brasil.
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