El drama de millones de hectáreas inundadas en la Pampa Húmeda requiere de la realización de obras hidráulicas para solucionar en parte los problemas, no obstante mientras se realicen esas tareas -que requerirán años-, y cuando comiencen a bajar las aguas, existen otras variantes agronómicas que deben tenerse en cuenta.
El llamado bombeo biológico, mediante la alfalfa y el maíz, puede ser un paliativo en áreas donde las capas freáticas están altas y los terrenos propensos a anegarse o en aquellos que, tras el descenso de la masa hídrica, quedaron con exceso de humedad.
Las zonas que están bajo agua en las provincias de Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba y La Pampa, afectadas por un atípico incremento gradual de las precipitaciones como no se registró en ninguna otra parte del mundo en los últimos 30 años, deben recuperarse y la tarea exige buscar soluciones integrales del problema, el trabajo conjunto de todas las instituciones afectadas en el tema y encararlas en forma sostenida. Saber cómo quedarán los suelos después de los grandes anegamientos, cuál es la manera de mejorar los terrenos bajos que suelen quedar muy pobres y de qué forma evitar nuevas inundaciones es comenzar a forjar el futuro del nuevo campo. Desde ya, y más aún cuando bajen las aguas, será necesario un cambio de cultura en el agricultor y de variedad de sembrados y hábitos, según los expertos ello también ayudará y mucho.
El director del Instituto de Suelos del Inta de Castelar, ingeniero Roberto Casas, consultado por La Capital sobre el efecto de las aguas, en los terrenos de la Pampa Húmeda, afirmó que hay que diferenciar entre suelos agrícolas que fueron afectados por las inundaciones y los más bajos que tienen problemas de drenaje y poseen una capa freática alta como variados sectores del noroeste de la provincia de Buenos Aires y del sur de Santa Fe. "Los suelos agrícolas cuando las aguas se retiren van a quedar con un problema de compactación, de densificación. Se formarán costras superficiales y pérdida de estructuras. En los lugares en los que corre el agua (áreas con pendientes) cuando la masa hídrica se escurre, se provoca erosión, o sea el arrastre de materiales", detalló el especialista.
El ingeniero Casas aclaró que "la pérdida de la fertilidad es otro factor a tener en cuenta. Hay elementos como el nitrógeno y el azufre y otros que ante la presencia de mucha agua se lavan. Para poner en producción los suelos hay que agregar fertilizantes. Los sedimentos que arrastran los ríos y vuelcan sus aguas en los terrenos bajos y lagunas no cubren la cuota necesaria de materiales que aporten a la tierra gran fertilidad, es un mito pensar que enriquecen los suelos. Los problemas que ocasiona el agua de arrastre siempre son mayores que las ventajas que podría provocar".
Soluciones agronómicas
"Las soluciones al problema de las inundaciones tienen que ser integrales, no sólo con obras. Además de la solución hidráulica se debe plantear una solución agronómica. El bombeo biológico, en una zona en que el drenaje horizontal se ve limitado porque no hay pendiente, el agua corre muy lentamente y tiende a estancarse en los lugares bajos del relieve, la forma más rápida es por drenaje vertical o sea la transpiración de los cultivos y la infiltración en el suelo", afirmó Casas.
El titular de Suelos del Inta aclaró que "en este caso la infiltración en el suelo se ve muy limitado por el estado de las capas freáticas. Un cultivo de maíz transpira 600 a 700 milímetros de agua en un ciclo. La alfalfa transpira hasta 1.500 milímetros en un año de crecimiento. Esas son verdaderas bombas biológicas que actúan secando el suelo. Los árboles con planes masivos de forestación sería otra solución. En Buenos Aires cuando existían 3 millones de hectáreas con alfalfa no había problemas de inundaciones".
Las capas freáticas
"Hace años, la capa freática estaba a una profundidad muy grande, a más de 10 metros, y ante eventuales lluvias el suelo se comportaba como un amortiguador de las lluvias y absorbía gran cantidad de agua. Ahora la freática esta cerca de la superficie, cambiaron los sistemas de producción y los cultivos transpiran menos y también está el hecho de que llueve más. En el período de 1920 a 1950 las lluvias estaban en el orden de 800 milímetros y hoy superan holgadamente los 1.000. Subió 300 milímetros de lluvias. Además se concentran en períodos cortos y la tierra no absorbe por la poca profundidad de las capas freáticas", explicó Casas.
"El impacto es grande, el clima varió no sólo en la zona inundada, el corrimiento de las isohietas -las líneas imaginarias que unen puntos de iguales precipitaciones medias- hacia el oeste y hacia el norte también, producto de vientos del este, provocó cambios grandes en los climas de toda la Argentina. Cuando había rotación agrícola y ganadera con alfalfa y pasturas cultivadas, y con trigo y maíz existía una mayor transpiración de los cultivos. En el caso de la soja, una vez al año, la transpiración se reduce a la mitad o a la tercera parte", ejemplificó el titular de Suelos.
"Solucionar las inundaciones requiere del conjunto de las instituciones, hay que integrar a todas las entidades, Inta, gobiernos provinciales y nacional, a las organizaciones no gubernamentales, a asociaciones de productores, entre otros. Hay que hacer una inversión sostenida en el tiempo, encarar una continuidad de obras. Los trabajos hidráulicos que se hagan se terminarán en 4, 5 u 8 años, por ello es fundamental buscar opciones antes", sugirió como conclusión Casas.