Según Graciela folis, las muertes demuestran el fracaso

"El porcentaje de animales muertos es elevadísimo. Y no hace más que demostrar el fracaso de los funcionarios municipales que habían dicho que todo lo que hacían era para beneficio de los animales". La autora de la frase es la veterinaria Graciela Folis, quien trabajó, rentada, en el ex zoológico municipal desde 1992 hasta mediados de 1998.
Folis recuerda que tenían 13 monos carayá con una antigüedad de cuatro y cinco años, los que vivían "gracias a la atención diaria, el seguimiento y control que le hacíamos de lunes a lunes. Desde que se cerró el zoológico murieron casi todos; creo que sobrevive uno solo en el Imusa", dijo.
La veterinaria, como una de las encargadas que fue, rescata la experiencia que significaron los Guardazoos. "Rosario era destacado en todos los congresos nacionales por el cuidado de los animales del zoológico. Había cerca de 80 chicos guardazoos y otros 300 en lista de espera. Muchos de los que trabajaban eran jóvenes que sufrían bulimia, anorexia, violencia familiar, padres separados, y que se recuperaron gracias al entusiasmo con los animales".
Efectivamente, el movimiento que se generó alrededor de los guardazoos trascendió los límites de la ciudad y fue considerado por agrupaciones ecologistas de todo el país. El mismo zoológico había comenzado a realizar experiencias novedosas, como su pequeño "hospital veterinario" donde se atendía a animales en tránsito.
Folis dijo que "los 800 ejemplares vivían lo mejor que podían y la Municipalidad gastaba en el zoológico 7.900 pesos por mes. Ahora le paga 5.000 a Florencio Varela y los resultados están a la vista".
"En el Imusa -concluyó-, hecho sobre un basural, se desmoronaron construcciones, no hay sombra, se registraron temperaturas de hasta 50 grados. Los animales mueren y mueren, como la osa Berta, los osos meleros y los carayá. Quedan nueve animales. Todo resultó una pena".