Kabul y Jerusalén. - La población de Kabul recibió con amargura el anuncio del comienzo del Ramadán, el mes de ayuno y purificación sagrado para el Islam. "Para mi familia, y probablemente para mucha otra gente, cada día es como el Ramadán, ya que vivimos durante años alimentándonos sólo con pan y té", comentó un anciano habitante de la capital afgana.
El comienzo del Ramadán fue anunciado la noche del jueves por los mulá a través de los altoparlantes de los minaretes que dominan la ciudad, devastada por 23 años de guerra y por los recientes bombardeos anglo-norteamericanos. La decisión de anunciar el comienzo del Ramadán fue tomada por la Corte Suprema afgana, después de avistarse la primera luna nueva en cuarto menguante, la novena del calendario islámico.
El Ramadán es el noveno mes del calendario lunar islámico durante el cual, según la tradición, el Corán fue revelado a Mahoma. En este período los musulmanes practicantes ayunan durante las horas de luz y, mediante la plegaria, se purifican espiritualmente. En condiciones normales, la interrupción del ayuno al anochecer coincide en todo el mundo islámico con banquetes durante los cuales se sirven platos particulares y dulces. Las libaciones son seguidas por paseos nocturnos por las calles, en busca de diversión.
Pero en Afganistán, este año, el Ramadán asume un significado particular, pero para la población extenuada por el hambre no significará ni una interrupción de las incursiones áreas ni una pausa en los combates entre los talibán y las fuerzas de oposición.
El comienzo del Ramadán coincidió ayer con la jornada festiva del viernes, y en Kabul -donde hace apenas cuatro días la milicia integrista del mulá Omar fue expulsada por la Alianza del Norte- muchos negocios y bazares permanecieron cerrados.
En la ciudad oriental de Jalalabad, en cambio, el mercado se vio invadido por carritos cargados de dátiles, las frutas que se comen tradicionalmente para romper el ayuno, al anochecer. Los dátiles se importan del vecino Irán y cuestan 20.000 afganis (unos 50 centavos de dólar) el kilo, una suma imposible en un país donde el sueldo promedio no supera los 12 dólares.
En la capital, los predicadores de las mezquitas aprovecharon la plegaria colectiva del viernes para exhortar a los fieles a no abandonarse a la venganza y las ejecuciones sumarias, y a perseguir a los secuaces del terrorista Osama bin Laden. "Es nuestra responsabilidad descubrir a todos los árabes y paquistaníes que se esconden en nuestros pueblos", proclamó un predicador de Kabul.
Tensión y violencia en Jerusalén
Decenas de miles de palestinos rezaron sobre la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén en el primer viernes del Ramadán, en una jornada que dejó dos muertos e incluyó enfrentamientos en dos puestos de bloqueo en medio de severas medidas de seguridad.
Pese a esto y a diferencia del año pasado, cuando el mes de ayuno y purificación fue oscurecido por cruentos enfrentamientos, las plegarias se llevaron a cabo en un clima tranquilo y los únicos incidentes de la jornada se verificaron en los puestos de bloqueo instituidos por el ejército en la periferia de la ciudad.
Hubo leves enfrentamientos en dos puestos de bloqueo en las puertas de Jerusalén, donde según fuentes palestinas la policía intentó impedir el paso de fieles rumbo a la Explanada. Dos palestinos murieron, uno por disparos de la policía israelí cerca de Tel Aviv y el otro por el ejército, cerca de Gaza.
"Es un Ramadán triste, que no llevará felicidad a nuestra gente debido al bloqueo de los Territorios de parte del ejército israelí. Sólo 40.000 personas pudieron rezar sobre Haram a-Sharif (la Explanada de las Mezquitas), mientras esperábamos 200.000", declaró el muftí de Jerusalén, Ikrama Sabri, al término de las plegarias. Según la policía israelí, en cambio, en las plegarias de hoy participaron unos 100.000 fieles. (Ansa)