Santa Fe.- Por apenas algo más de cinco pesos un repartidor de mercaderías resultó ultimado en la mañana de ayer en uno de los barrios periféricos de esta ciudad en las que tristemente, como bien dice la canción, la vida no parece valer nada.
José Soda, de 35 años, hacía el reparto de mercaderías diversas en las zonas pobres de Santa Fe. Ayer de mañana dejó una provista mínima en un humilde negocio ubicado en José Díaz y Vera y Pintado, en Villa del Parque -al oeste de la ciudad- que le reportó un ingreso de cinco pesos y 45 centavos. Difícilmente pensara José que fuera a ser asaltado por tan magra cifra, pero así ocurrió.
No bien se despidió de la dueña del local fue abordado por dos delincuentes que le salieron al cruce y mientras le apuntaban con una pistola 9 mm a los gritos e insultándolo le reclamaron la entrega de dinero. Las explicaciones que habrá intentado dar el repartidor resultaron insuficientes a los maleantes que le dispararon entre cuatro y cinco balazos al vientre.
Los vandálicos sujetos se sintieron tan seguros e impunes que antes de darse a la fuga juntaron hasta las monedas que se le cayeron a Soda de sus manos inertes. Los delincuentes eran personas muy jóvenes sin que haya que descartar la posibilidad de que se tratase de menores de edad.
Búsqueda sin resultado
La persona que acompañaba al repartidor, en este caso un hombre mayor de edad, debió presenciar el ataque sin poder hacer nada y sólo puedo asistir al infortunado repartidor cuando los criminales se retiraron del lugar, cargándolo en la camioneta F100 en la que se desplazaban y llevándolo de inmediato al hospital Iturraspe donde Soda ingresó en estado desesperante porque acusaba tres disparos en el abdomen.
Pese a todos los esfuerzos, el repartidor falleció cerca del mediodía de la víspera a causa de un paro cardiorespiratorio.
Con los datos aportados por testigos, la policía allanó tiempo más tarde un "aguantadero" en el que se habrían refugiado los maleantes aunque cuando las fuerzas del orden llegaron al lugar se encontraba abandonado.
No obstante allí se encontró una pistola 9 mm, arma que podría haber sido la utilizada para ultimar a Soda. También fue secuestrado un automóvil Peugeot en el que se habrían desplazado los malvivientes. La policía confía en detenerlos de un momento a otro.
Los repartidores de mercaderías que trabajan en los barrios periféricos de la ciudad viven en constante zozobra porque reiteradamente suelen ser objeto de asaltos con consecuencias graves, o trágicas como la acontecida ayer.
Por otra parte, de casi nada vale el hecho de que los trabajadores hagan sus recorridas asistidos por personal policial, porque en ese caso el asaltado ha resultado ser el propio efectivo del orden. La dramática reiteración de estos hechos reclama la aplicación de urgentes medidas que empiecen a modificar el presente estado de situación.