Elbio Evangeliste
La posibilidad estaba servida. Al alcance de la mano. La premisa de Argentino era clara: ganar para meterle presión a Deportivo Merlo, hoy por hoy su rival más directo en la lucha por zafar del descenso. Pero equivocó el camino. Porque la timidez con que se movió por el rectángulo de juego sólo sirvió para sobresaltar al ánimo de sus seguidores. Esos que se tomaron el trabajo de concurrir al Olaeta desafiando lo que la superstición trata de gambetear, pero que a la postre vivieron en carne propia: un verdadero martes 13. De poco sirvió que al albo saliera decidido a llevarse por delante al ordenado Sportivo Italiano. Aunque no caben dudas de que el disparo de Robisso, a los 4', y el remate de Vanadía, a los 26', hubieran cambiado la historia. La cuotita de suerte que suele aparecer de vez en cuando se había quedado en el vestuario. Encima, al minuto de la jugada de Vanadía, Italiano metió dos contragolpes claros y allí nomás llegó el foul al borde del área que Morán -con gran sutileza- aprovechó para clavar la pelota al palo izquierdo de un estático Del Vecchio. Poco hizo Argentino para revertir esa mala pata. Abusó del pelotazo sin tener en cuenta que los centrales de Italiano ganaban cuantas veces se lo proponían. Por eso el entretiempo llegó como un vaso de agua en medio del desierto. Extrañamente, Machetti y Craiyacich se la jugaron con los mismos once para la segunda parte, pero tuvieron su premio. Ojeda se acordó de que su función es crear juego y generó una chance, que si bien Robisso no pudo concretar -su remate se estrelló en el palo- sí lo hizo el oportunismo de Akerman. Era el momento justo. Había que serenarse y saber leer el partido. Ahí tampoco dio en la tecla el salaíto. Inesperadamente perdió el control del partido, fracasó en el intento y le otorgó la posibilidad a la visita de imponer su juego. Un juego sin mucho brillo, pero con la sabiduría necesaria para burlar las pretensiones de Argentino. Por eso llegó el cabezazo -en medio de tres defensores- de Gandín y otra vez Del Vecchio tardó en reaccionar. El orden de Italiano pudo más que otras cosas. Sólo eso sirvió para provocar el desorden de Argentino. Que le hizo frente a la situación, desafió cualquier tipo de supersticiones, pero que finalmente terminó siendo víctima de un verdadero martes 13.
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