Llop con chomba gris y jeans. López con ambo y corbata. El Chocho entró a la cancha con bastante antelación. Jota Jota pasadas las cuatro de la tarde. Para los dos todo era nuevo, más allá de los clásicos jugados por Juan Manuel y las participaciones de Juan José como ayudante de campo de Jorge Pedro Marchetta. Ni hablar de las presiones. El clima los oprimía. La misión era que no los superara el entorno. Aunque en realidad había poco cuadro para tanto marco. Cada uno se presentó en la sociedad del clásico con distintas actitudes. Aunque los dos especularon. López escondió la formación titular hasta el final y puso a Arias. En realidad recién confirmó el equipo en la charla técnica. Llop incluyó en el banco de suplentes a Grech, que ni siquiera estaba concentrado. Antes del minuto el Chocho ya estaba parado, inmediatamente después lo hizo Jota Jota y les pidió a los defensores que se junten. A los 5' Encina cumplió con el sueño dorado, pero su técnico hizo como que no se enteró. Inmediatamente le pidió a Quinteros que se tranquilicen y que no pierdan el orden táctico. Llop se sentó y empezó una idílica relación con la botella de agua, que no abandonaría hasta el final del partido. Recién a los 17' el técnico leproso salió del letargo y le pidió más énfasis al colombiano William Vázquez, algo muy parecido a intentar sacarle agua a una piedra. Su mentor, el Chocho lo enterró en vida a los 30' cuando lo sacó para que ingrese Pavlovich. Lo aplaudió, pero no pudo disimular el demoledor dictamen de los silbidos. Pero a la vez, Llop dio en ese momentos claras muestras de aceptar su error. Al menos tuvo capacidad de reacción, la que se justificaría a los 6' del complemento con el golazo del ex delantero salaíto. A los 23' Jota Jota dio las primeras muestras de disgusto, cuando Delgado tiró arriba del travesaño una gran combinación que arrancó en Erroz y en la que también participaron Arias y Encina. López empezó a patear al aire y se sentó. Quedó claro que sintió que su equipo había dilapidado una gran ocasión para sentenciar el partido. A los 6' del complemento la postal del gol cambió de banco y también la actitud. Esta vez no hubo indicaciones, sino un desesperado abrazo de todo el cuerpo técnico rojinegro. Hasta el final se quedaron parados, dieron órdenes y casi al unísono, con los camnbios, decidieron que al fin y al cabo el empate no era un mal negocio.
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