Managua. - Los comicios de hoy serán para los nicaragüenses una elección entre la continuidad de un gobierno constantemente señalado por supuestos actos de corrupción y la incertidumbre de lo que sería el sandinismo a su retorno al poder. Unos 2,7 millones de nicaragüenses están convocados a votar por un nuevo presidente entre dos candidatos favoritos, el empresario Enrique Bolaños, por el oficialista Partido Liberal Constitucional (PLC), y Daniel Ortega, del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Existe un tercer candidato presidencial aunque sin chances, según los sondeos: Alberto Saborio, del Partido Conservador de Nicaragua (PCN).
En medio de campañas con promesas para erradicar la pobreza -que afecta al 70% del país, el segundo más pobre después de Haití- estas serán las elecciones más vigiladas de la historia nicaragüense, ya que 12.000 observadores nacionales e internacionales fiscalizarán la marcha de los comicios. Incluso por primera vez las fuerzas armadas participarán de un operativo en las calles para sumarse a la policía con el objetivo de prevenir incidentes, ante las denuncias de fraude hechas por los partidos políticos.
El gobierno del presidente Arnoldo Alemán puso en marcha un operativo de seguridad con 9.800 policías y unos 6500 miembros del ejército en sitios estratégicos para evitar atentados e incidentes. El jefe del ejército, general Javier Carrión, convocó a la población a votar en paz y reiteró que podrá actuar si el presidente Alemán decreta una ley de emergencia en caso de que incidentes contra el poder electoral.
También se elegirán 90 diputados y 20 representantes ante el Parlamento Centroamericano. Como en toda la historia nicaragüense, el peso de EEUU estará presente en este país. Incluso el embajador en Nicaragua, Oliver Ganza, participó en la campaña de Bolaños, agitando el fantasma de la violencia en caso de una victoria sandinista.
El favorito para las encuestas -pero en un pequeño margen- es Ortega, ex jefe guerrillero que llevó al sandinismo al poder y gobernó el país entre 1979 y 1990, tras derrocar a Anastasio Somoza, último eslabón de una dinastía corrupta que gobernó el país durante 43 años. Pero Ortega, quien pidió perdón por los errores cometidos durante el gobierno surgido de la revolución sandinista, apareció con un discurso socialdemócrata para ampliar el espectro de su coalición, que incluye a ex "contras".Los "contras" fueron financiados en los ochenta por la Central de Inteligencia estadounidense (CIA), bajo el gobierno de Ronald Reagan, para derrocar al gobierno sandinista, de corte socialista y antinorteamericano. Eran cuadros de la ex Guardia Nacional Somocista.
Igual a Kadafi y Bin Laden
Washington vincula al líder sandinista con los líderes de Libia, Muammar Kadafi, e Irak, Saddam Hussein, un motivo de campaña utilizado por Bolaños. El oficialismo, tras los atentados del 11 de septiembre, pegó carteles en las calles de Managua con la cara de Osama Bin Laden y una frase: "Si pudiera, votaría por los sandinistas". Ortega puede retornar al poder después de 11 años. En 1990 perdió las elecciones contra Violeta Chamorro y luego, en 1996, fue derrotado por Alemán.
Por su parte, Bolaños -hasta hace un año vice de Alemán- hizo su campaña procurando desvincularse de graves hechos de corrupción cometidos por el actual gobierno, aunque quedó involucrado en algunos de esos casos, e intentó dar en la campaña un mensaje de transparencia.
Si bien el voto no es obligatorio, se prevé una participación de más del 70 por ciento de la población habilitada para votar, los mayores de 16 años.
Algunos observadores temen disturbios si el Consejo Supremo Electoral demora mucho para dar los resultados. (Ansa y AP)