Año CXXXIV
 Nº 49.290
Rosario,
domingo  04 de
noviembre de 2001
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Tres especialistas dan pistas para la decisión
La elección de escuela para los chicos: un intríngulis de los padres
Pública o privada, laica o confesional, cerca o lejos de casa. Para todos los gustos

En unos días comienza la inscripción para el ciclo lectivo 2002 en las escuelas primarias rosarinas (ver recuadro). El momento suele convertirse en una encrucijada para los padres, conscientes de la importancia que esa elección cobra para el futuro de sus hijos. Están los que optan por la escuela pública que les corresponde por radio, es decir, por la distancia del hogar. También quienes desean mandarlos a un colegio oficial pero se reservan la elección del establecimiento: en esos casos es frecuente la opción por un Normal o por otras escuelas provinciales que gozan de mayor prestigio. Por último, una buena cantidad de familias prefiere la educación privada, de carácter laico o confesional, y muchas veces deben sortear restricciones de distancia, horarios y presupuesto familiar. La Capital dialogó sobre el tema con tres especialistas en educación, quienes proveen algunas pistas a la hora de tomar la decisión.
Cuando se acerca la fecha de inscripción a las escuelas, la ciudad se empapela de publicidad sobre las ofertas de cada establecimiento. Con frecuencia, los idiomas, la enseñanza y provisión de material informático, un abanico de talleres expresivos y el gabinete psicopedagógico se presentan como aspectos merecedores de una especial ponderación y como emblemas de la mentada "calidad educativa".
Sin embargo, los especialistas coinciden en que a la hora de decidir dónde mandar a los chicos conviene no comprar espejitos de colores. Que esté cerca del hogar, que se comparta una orientación básica de valores y que provea una buena base de formación general parecen ser algunos de los criterios más extendidos.
Para la psicóloga Cecilia Augsburger, docente de la cátedra de Psicología Educativa II de la UNR, es importante que la elección de escuela respete la orientación ideológica de los padres. "No se trata sólo de que no violente principios, sino de que haya algún consenso", afirma. En esa línea, por ejemplo, la primera opción será entre colegio laico o confesional.

La escuela, espacio de referencia social
Aunque la calidad educativa no le parece un tema menor, Augsburger aconseja rescatar el valor de la escuela "como un espacio de referencia social para la familia". Desde esa perspectiva, que esté cerca del hogar adquiere importancia en la medida en que puede contribuir a reforzar lazos comunitarios y nuclear en torno a problemas e intereses comunes, tanto de los chicos como de los adultos.
Con esa postura coincide la directora de Educación municipal, Marta Díaz. "Es importante que el chico se conecte con su barrio, con los chicos que viven en él", afirma, y en esa línea defiende la elección de la escuela pública que le corresponde a la familia por radio.
Díaz está convencida de que el concepto de "calidad educativa", tal como suena por estos días, suele responder a una concepción neoconservadora que lo identifica con una "eficiencia medible" y soslaya los condicionamientos socioeconómicos. Por ello no cree que haya "escuelas mejores y peores", más allá de la batería de ofertas y recursos que despliegan algunas privadas para atraer inscripciones. "Hoy todas ofrecen las herramientas básicas que necesitan los chicos", sostiene, en gran medida gracias a la dedicación de los docentes.
El papel que juega la escuela como ámbito de socialización es nuevamente un factor clave mencionado por la doctora en Ciencias de la Educación y rectora del Instituto Superior del Profesorado Olga Cossetini, Liliana Sanjurjo. "Es vital que la escuela también sirva como un lugar donde hacer amigos", señala, y en ese sentido la afinidad sociocultural e incluso la cercanía merecen ser tenidos en consideración.
Pero lo que hace estrictamente a la enseñanza tampoco le parece un detalle. "En función de la devaluación que han tenido los contenidos escolares, ahora los padres también ponen el acento en la tarea sustantiva de la enseñanza", advierte, porque "una escuela que da conocimientos devaluados o desactualizados pone a los chicos en inferioridad de condiciones para seguir otros estudios o para entrar a trabajar".
En ese marco, sin embargo, la tan mentada incorporación de tecnología educativa no resulta tan fundamental para Sanjurjo como la "formación general". Ello implica que, sin excluir la conveniencia del manejo de idiomas e informática (a los que define como "herramientas importantísimas"), es preferible hacer eje en aspectos más tradicionales, como la lectura comprensiva, el lenguaje oral y escrito, y la capacidad de resolución de problemas".
Y algo más. Sanjurjo aconseja elegir una escuela que "contenga a los chicos: esto es, que sepa ponerles límites sin ser autoritaria". Entre los valores que rescata figuran, por ejemplo, que "les enseñe normas, que insista en la internalización de las pautas de convivencia y que rescate el esfuerzo".


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