Año CXXXIV
 Nº 49.289
Rosario,
sábado  03 de
noviembre de 2001
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La palabra del padre Santidrián resultó clave en la determinación

La decisión tomada por Luciana Monzón de continuar con el embarazo, aun sabiendo que su bebé anencefálico podrá vivir sólo unas horas, parece haber tenido mucho que ver con la prédica del padre Tomás Santidrián. Hace 10 días, y mientras el pedido de aborto terapéutico recorría distintas instancias judiciales, el sacerdote llamó a La Capital para solicitar el teléfono de la chica. En respuesta, este diario se limitó a darle el número de su abogada. "Hablé con Luciana, y mucho", dijo ayer Santidrián, quien reconoce haber incidido en la decisión de la joven, que ahora está "muy tranquila y contenta", afirmó. Además, el religioso comprometió su presencia en el parto para bautizar al niño apenas nazca o, si las circunstancias no lo permiten, instruir a un obstetra para que ejerza el ritual.
La posición de la Iglesia sobre el pedido de aborto terapéutico era la esperable: no acepta la interrupción del embarazo, aun en el caso de la anencefalia. "¿Es vida o no es vida humana?", se preguntó ayer el padre Santidrián.
En esa línea, el sacerdote rechazó el argumento a favor de la autorización del aborto en términos de que un embarazo de esas características implique un fuerte sufrimiento para la madre y recordó que muchas otras familias saben que tendrán un bebé con severos problemas, "pero lo esperan con amor". Incluso, asoció el pedido de aborto terapéutico a la eutanasia y rechazó de plano esa posibilidad: "Eso está en manos de Dios".
Con esas convicciones, Santidrián decidió tener un diálogo con Luciana, después de que la chica dijera el 23 de octubre a La Capital que se sentía muy sola. "Eso me motivó a acercarme a ella, fui a acompañarla y diría que me hice amigo", aseguró el religioso, cuyo objetivo también apuntó, según sus propias palabras, a "enseñarle a esperar".
En rigor, mantuvo dos encuentros con ella y luego se comunicó telefónicamente todos los días. La decisión de continuar con el embarazo, según el sacerdote, fue tomada por Luciana en la primera charla que sostuvo con él. "Ahora Luciana ya siente que lleva un niño y que debe esperarlo", interpretó Santidrián. Para apuntalar esa decisión, el sacerdote le ha prometido a Luciana que bautizará al bebé apenas nazca.
Incluso, si fuera imposible su presencia en la sala de partos, el religioso adelantó que le enseñará a un médico el procedimiento ritual del bautismo, un sacramento que puede ser administrado por cualquier miembro de la Iglesia.


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