"Alfredo Astiz siempre trataba de mostrarse afable. Era alguien joven, que intentaba conversar. No era el que mandaba", sostienen Liliana Gardella y Munú Actis. A pocas cuadras de la Esma, en el estadio de River Plate, miles de argentinos gritaban los goles de Mario Kempes. "Algunas compañeras fueron obligadas a salir a la calle con suboficiales para festejar los triunfos. En el fondo, yo me alegraba cuando ganaba la Selección, después lo veía como una contradicción horrible", dice Gardella, tomándose la cabeza con las dos manos. Munú fue secuestrada el 19 de junio de 1978 y permaneció en la Esma hasta febrero del 79, cuando la pasaron a una situación de libertad vigilada: los represores conocían su vivienda y era obligada a seguir trabajando con ellos. Gardella fue secuestrada el 25 de noviembre del 77 y estuvo en la Esma hasta el 8 de enero del 79. En marzo de ese año los marinos vuelven a tomar contacto con ella en la casa de sus padres y la autorizan a salir del país.
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