Una anécdota forma parte de la leyenda de Pablo, el Enterrador. A mediados de los 90, un productor brasileño fan del rock sinfónico se topó en una disquería de Tokio con una copia japonesa del primer álbum del grupo, mientras el disco aparecía también en sitios como México o Londres. "El tipo que lo encontró se pasó un par de años buscándonos -recuerdan aún los integrantes de la banda-. La edición japonesa, de la que no teníamos ni idea, no tiene data. Un fotógrafo rosarino residente en Brasil le explicó quiénes éramos y nos invitaron a tocar en Río.
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