Washington. - EEUU, nuevamente en estado de máxima alerta por la posibilidad "inminente" de ataques terroristas, intentaba ayer hallar un imposible equilibrio entre los dos mensajes opuestos hecho llegar por la Casa Blanca: vivan una vida normal, y alerta ante nuevos atentados. "Estamos en guerra en dos frentes", advirtió ayer el zar de la seguridad nacional Tom Ridge. "No nos hagamos ilusiones de que podremos volver rápidamente a la tranquilidad que teníamos el 10 de septiembre".
Ridge confirmó que el nivel de precisiones de un nuevo y posible ataque terrorista, basadas en datos de la inteligencia estadounidense sobre informaciones llegadas del exterior, superó "el umbral de estar en guardia" obligando a las autoridades a considerar como "creíbles" las amenazas de un nuevo ataque. Faltan sin embargo detalles específicos sobre posibles objetivos y sobre la naturaleza de la agresión. Las amenazas seguramente están ligadas a Osama Bin Laden.
La Administración Bush discutió largamente si es el caso de efectuar a la población una advertencia basándose en informaciones tan genéricas (como ya sucedió semanas atrás). "Hemos decidido comunicar todas las informaciones en nuestro poder aunque no sean del todo precisas", explicó ayer Ridge. "Comprendemos que el peligro de gritar muy a menudo «Ahí viene el lobo» puede habituar a la gente. Es importante que los norteamericanos no bajen la guardia. Deben continuar atentos y en alerta".
Muchas estructuras norteamericanas están en estado de alerta máximo. "¿Qué más podemos hacer?", se preguntaron muchos. El gobernador de Nueva York, George Pataki, reforzó el despliegue de la Guardia Nacional. Por su parte, el gobernador de Connecticut , John Rowland, envió precisamente a la Guardia Nacional a proteger las centrales nucleares. El primer mandatario de Lousiana anuló un viaje a Washington. La policía de Los Angeles decidió aumentar ulteriormente la vigilancia de las numerosas fiestas previstas para hoy por Halloween.
Cheney en lugar secreto
El mensaje esquizofrénico a los estadounidenses -"estén en guardia y vivan como siempre"- halló su ejemplo más vistoso en el comportamiento de la Casa Blanca. Mientras el presidente George W. Bush decidía permanecer ayer en Nueva York para asistir al partido de béisbol entre los Yankees y los Diamond backs de Arizona ("para dar una señal de normalidad", subrayó el vocero Ari Fleischer), se anunciaba al mismo tiempo que el vicepresidente Dick Cheney volvía a recluirse en una localidad secreta ante la nueva amenaza.
Los norteamericanos que, al miedo de volar ahora agregaron al correo postal, siguen con creciente resignación los nuevos anuncios de alarmas dados por las autoridades. Un sondeo de la cadena televisiva CBS mostró que el 53 por ciento de los estadounidenses está convencido de que es posible otro atentado terrorista (algunas semanas atrás sólo el 33 por ciento expresaba tal temor).
"El nuevo ataque podría suceder en cualquier ciudad de norteamericana", subrayó Jimmy Tucker, habitante de Dallas. "No creo que los terroristas repitan su accionar golpeando nuevamente el noreste del país. Sería muy obvio. Ninguno puede sentirse seguro en EEUU".
La first lady Laura Bush invitó ayer a los padres norteamericanos a tranquilizar a sus hijos. Laura Bush pidió que los padres expliquen a sus hijos que "la escuela y la casa son lugares tranquilos, donde no tienen nada que temer". Un mensaje no fácil de transmitir con convicción a los progenitores estadounidenses en un EEUU donde la presencia de un avión o la vista de una carta pueden provocar angustia y terror. (Ansa)