El hecho de escuchar llorar al bebé produce desconsuelo en la madre. En ocasiones se debe a los cólicos. Este trastorno es frecuente, ya que lo padecen aproximadamente tres a cuatro niños de cada diez.
La señal del cólico es un llanto inexplicable en un lactante saludable, que no está relacionado ni con el dolor ni el hambre. Los períodos de la congoja duran generalmente de 1 a 2 horas y el bebé se comporta bien entre uno y otro lapso. Generalmente, deja de llorar cuando se levanta. No es un problema que habitualmente se presente desde el nacimiento, en la mayoría de las ocasiones se manifiesta semanas más tarde (2-4) y desaparece a los 6 meses.
Las causas pueden ser las siguientes:
u Psicológicas: se observa principalmente en hijos de padres ansiosos, que se agobian fácilmente, inseguros en el manejo de los mismos, y en algunos casos, los problemas de relación contribuyen a perpetuar este trastorno.
u Digestivas: la inmadurez del intestino puede constituir la causa principal. En estos niños se ha visto que el intestino propulsa rápidamente los alimentos.
u Alérgicas: las alergias alimentarias no han sido demostradas, pero, sí se ha comprobado en algunos casos severos, intolerancia a las proteínas de la leche de vaca. Estos niños mejoran cuando son alimentados con leches especiales. La frecuencia de los cólicos es casi la misma en niños alimentados con fórmula que en los alimentados con pecho.
Es importante resaltar que muchas madres relacionan el llanto con los gases, pero en realidad, estos son la consecuencia del llanto, aunque su expulsión puede mejorar los síntomas temporalmente.
Crisis de llanto
Se considera normal que un niño llore hasta un máximo de tres horas diarias. El llanto causado por cólicos es incesante, se acompaña de encogimiento de piernas y enrojecimiento de la piel. Si la crisis es súbita y el niño se pone blanco, transpira y padece un decaimiento intenso, se debe acudir inmediatamente al médico, a fin de descartarse una invaginación intestinal. Aunque cualquier horario del día es válido para las crisis; estas generalmente suceden a la tarde y a la noche.
Con respecto al tratamiento, no existe uno efectivo para los cólicos, aunque sí uno paliativo. Lo principal es la paciencia, ya que es un problema banal y pasajero.
En caso que sea necesario habrá que buscar apoyo de otros familiares que puedan quedarse de vez en cuando con el niño, y los padres deben turnarse para cuidarlo para así poder descansar. No se debe olvidar que el niño puede llorar por otros motivos: frío, calor, hambre. Para evitar la ingesta de aire, al dar de mamar procurar no superar un tiempo de diez minutos, y si se alimenta con biberón, colocar al bebé lo más vertical posible. Durante la expulsión del eructo, conviene mantener la postura vertical (cogido en brazos). Además se aconseja masajear el abdomen en el sentido de las agujas del reloj.
No se ha demostrado que los medicamentos sean efectivos, aunque, algunas veces, se recurre a drogas que impiden la formación de gas (simeticona). Sin embargo, estos fármacos, no actúan sobre el aire ya ingerido.
Sólo se realizan modificaciones en los tipos de alimentación cuando los cólicos son severos y el médico sospecha de intolerancia a las proteínas de la leche de vaca. En este caso, si su hijo toma pecho, poco se puede hacer, salvo que la madre restrinja su propio consumo de leche de vaca y derivados, ya que su contenido puede pasar a la leche materna. Mientras que si toma biberón, su médico podrá optar, sin necesidad de realizar estudios, por leches especiales (hidrolizados de proteínas de la leche). Si mejoran los síntomas, se continúa con esta leche hasta los tres o cuatro meses, si no, habrá que retirarla.
La aparición de cólicos no significa que el bebé esté enfermo. Lo principal es que los papás se mantengan tranquilos.
Residencia de Pediatría del
Sanatorio de Niños