La siderurgia argentina pasa por su peor momento. Así lo indica la situación que soportan la mayoría de las empresas del sector que a pesar de haber sido beneficiado con un plan de competitividad -de los que lanzó el ministro Domingo Cavallo con la intención de reactivar a la industria nacional-, no encuentra el rumbo para salir adelante. Las ventas y los precios siguieron bajando y los impuestos subieron. El cóctel resultó venenoso para las compañías que parecen elegir el camino del ajuste como el menos malo. Otra de las empresas emblemáticas del sector, Siderar, que destina su producción al igual que Acindar a dos de los segmentos más golpeados, la construcción y las automotrices, redujo el 20% su actividad desde noviembre del año pasado. En ese programa de ajuste, Siderar incluyó también un desvío de las ventas del mercado estadounidense hacia otros destinos como Africa, Europa y otros puntos de América latina. También puso en práctica una reducción de personal que alcanzó a más de 500 personas.
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