Pablo Kandel
Antes se hablaba de juego suma cero, para caracterizar la situación del país. Hoy cambió: hay que hablar de una situación de juego que resta el 20 por ciento. Cualquier cosa que se diga o se haga determina un 20 por ciento de caída en la actividad económica o en el estado de ánimo de la gente. Una conjunción de factores hace que el país se esté desempeñando aproximadamente un 20 por ciento por debajo de su performance de 2000 que ya era floja. El panorama hace que se agudicen los enfrentamientos, la peligrosa sensación de ingobernabilidad que se asemeja mucho al vértigo que uno tiene cuando está atravesando un precipicio caminando por una cuerda floja y teme caerse, pero no meramente teme, sino que esta vez sabe matemáticamente que se va a caer, pero no puede hacer nada para evitarlo. Esa es la diferencia cualitativa con la situación descripta hasta hace algunos meses, en que se trataba de advertencias, pero que ahora se han transformado en diagnósticos. Es consecuencia de la falta total de apoyo político al proyecto oficial, que se podría compensar si existiera apoyo económico, pero esto no es así y la prueba es que el ministro Cavallo viajó de urgencia a Nueva York y volvió sin un nuevo dinero para mostrar, sin ninguna expresión de simpatía de los banqueros, ni siquiera para salvar la cara. La sombría implacabilidad con que los calificadores de riesgo y los funcionarios financieros del gobierno de Estados Unidos miran a la Argentina ha desembocado en una declaración del principal de ellos, Alan Greenspan, titular de la Reserva Federal, quien pronostica un estallido porque no se puede conciliar una inmovilización del tipo de cambio, o cambio fijo, con un constante incremento del endeudamiento en base a préstamos de corto plazo, que implica la voluntad de vivir siempre por encima de las posibilidades, como también la carencia de un colchón de reservas que haga creíble cualquier carta de intención que se firme ante el FMI. El gobierno nacional tiene una única carta para exhibir: el cumplimiento del déficit cero para el tercer trimestre y el endurecimiento a través de la restricción de hasta el 90 por ciento de los gastos sociales para el cuarto trimestre y la decisión de bajar el piso de la coparticipación de las provincias, lo cual a su vez va acumulando presiones para que esa política se revierta en la esperanza de que de alguna manera alguien dará un paso al frente para cubrir los rojos generados. Y de no ocurrir así vendría la devaluación, que es imitar lo que ha hecho Brasil.
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