Sergio Faletto
Newell's le puso el pecho a la tormenta y despejó su propio cielo para reencontrarse con la luz que fluye de un triunfo tan necesario como urgente. Lo logró con garra y actitud. Cualidades elementales cuando el juego y la convicción siguen ausentes. Una victoria luchada más que pensada, pero suficiente para renacer como equipo y mantener el empleo de su entrenador. El mínimo error en un partido equilibrado por la mediocridad puede ser determinante. Antes de los 20 minutos, Diego López bajó a Saldaña y después tomó a Dueña y en esas dos infracciones sumó todas las tarjetas posibles para dejar a Lanús con diez hombres. Pero una grosera equivocación táctica en un encuentro parejo por la carencia de ideas sin dudas que es decisiva. Inmediatamente después de la expulsión de López, Carlos Aimar reemplazó al enganche Diego Bustos por el defensor Santiago Hoyos, y esta inexplicable variante representó la herramienta para que los rojinegros fabricaran el triunfo. De ahí en adelante la defensa local ajustó las marcas sobre Klimowicz, Ponzio anuló a Silvio González, y la Fiera Rodríguez y Saldaña comenzaron a presionar en la salida visitante. Ante esto Lanús se desdibujó y Newell's inclinó la cancha para arrancar el aliento incondicional de su gente. Con una gran fuerza de voluntad, los dirigidos por Llop se encaminaron hacia el arco de Pontiroli para dejar atrás los meses de sequía. Y con la lluvia como aliado, Ponzio aprovechó el resbalón de Carboni y se la tocó a un inexpresivo William Vázquez, quien en el único acierto la devolvió de primera y el propio Ponzio sacó un zurdazo rasante para clavar la pelota a la derecha del arquero granate. Festejo añorado. Alivio generalizado. Luego de la conquista los rojinegros eligieron el mejor camino para transitar el resto del partido: el del pensamiento. Controlaron la pelota, la distribuyeron con criterio y acierto, y mantuvieron el orden para no darle espacio a la sorpresa del rival. En esta elaboración colectiva mucho incidieron la inteligencia de la Fiera, la entrega de Ponzio y la experiencia de Saldaña. Claro que esto no alcanzó para que Newell's juegue bien. Pero ya en el complemento a los hinchas locales eso poco les importaba, porque está claro que para recuperar la confianza primero hay que ganar. Y en eso estaba su equipo. Las expectativas de los del Parque estaban puesta en algún zapatazo de Rodríguez, mientras que los pocos simpatizantes de Lanús se aferraban al oportunismo de Klimowicz, quien siempre aparecía amenazante ante los esporádicos centros en el área de Luque. Pero también en los pronósticos ganó Newell's. Porque un violento remate de la Fiera hizo viajar un largo trayecto a la pelota para hacerla estallar en la red. Gol que también generó una explosión en el Coloso. El equipo de Newell's volvió al triunfo. Los hinchas del Parque recuperaron la alegría. Llop encontró oxígeno. Ahora todos juntos aguardan el clásico del 11 de noviembre con más confianza.
| |