Rodolfo Montes
Juan Castro se recostó sobre los sillones color crudo y estiró las piernas. "Me estoy divirtiendo", dijo. En la productora de "Confianza ciega" la satisfacción con los resultados del emprendimiento es evidente, y con su conductor, también. Originalmente calificado como periodista, fue conductor y productor televisivo en ciclos periodísticos como "Zoo", donde indagaba sobre otros temas. Ahora la curiosidad de Juan como conductor de "Confianza ciega", se reduce a la intimidad de los participantes que eligieron esta variante de encierro, como un modo de ingresar a la pantalla de televisión. Castro, en defensa de su condición de conductor de reality, amplió sus posibilidades y ya no está tan seguro que lo suyo sea el género periodístico. "Vivimos en una sociedad que no es prejuiciosa y no corta los talentos de la gente", señaló con una ambigua ironía. Luego de su confesión gay a través de la tapa del semanario Planeta Urbano, su nombre resonó en los medios y ahora cosecha adhesiones con este nuevo rol. En exclusiva con Escenario, Castro defendió el programa que tiene a cargo asegurando que se distingue de las otras propuestas porque "se saca la careta". Es decir, "Confianza ciega" suma al encierro de participantes anónimos -ese magnánimo descubrimiento que hizo la televisión con los reality-, las tentaciones de seductores destinados a provocar la humillación del tercero ausente. Qué menos se le puede ofrecer al público, en materia de vida íntima de una pareja. Después de todo, la guerra se ve en directo, las Torres Gemelas se desploman en vivo, y el sexo, la humillación y la fidelidad también ocurren en la pantalla. -¿Cómo entendías la fidelidad antes de conducir "Confianza ciega" y cómo la entendés ahora? -Creo que en la vida es necesario ser fiel a uno mismo. Cuando se encuentra un amor al cual serle fiel, y la carne tira, uno sigue las leyes de Dios escritas por el hombre y se siente mal cuando es infiel. Aunque siempre depende de cada caso y lo que le suceda a cada cual. Si uno está en pareja lo importante es la sinceridad. La mentira no va. -Sinceridad que puede implicar violencia ante las imágenes que humillan, como en "Confianza ciega"... -Si los códigos están claros, me parece que está todo bien. -¿Encierro y tentaciones, son un marco propicio para que la carne tire? -Confianza ciega indaga justamente sobre la confianza que se profesan las parejas entre sí. El juego no es saber si son fieles o no, sino saber qué les pasa cuando se sientan conmigo a ver las imágenes de sus parejas interactuando junto a seductores o seductoras. Mi papel es transmitirles buenas y malas noticias. Cuando ven el video lo que juega es la confianza, porque un tape muestra ciertas actitudes pero el resto hay que imaginarlo. -Cuando se edita un material, se toman una cantidad de decisiones, se arma un relato. No es un documento de la vida en tiempo real, ¿qué criterios utilizan en "Confianza ciega"? -Muchas parejas estaban esperando que utilizáramos trucos en las ediciones, pero no fueron necesarios. Los participantes están viendo la verdad. -De todos los "Confianza ciega" que se hacen en el mundo, ¿cómo va la experiencia argentina? -El nuestro es el formato más exitoso de todos. Anda mejor que el portugués, el holandés y el español. -¿Cómo tomaste la propuesta de conducir "Confianza ciega"? -En un principio me sorprendió. Después vi la oportunidad de demostrar que soy dúctil y puedo conducir un reality show, hacer entretenimiento para la gente. No creo que hacer esto me cierre las puertas de los programas periodísticos. -¿No querés resignar tu condición de periodista? -No pienso resignar la condición de periodista ni tampoco ahora la de conductor. Cuando una persona tiene más posibilidades es más completa. -¿Hay algo de vocación o de tu formación original que te sirva para conducir? -En esto me siento más flexible. En cambio, la información se brinda de un modo más rígido, todo es más puntual. Acá puedo jugar más con otras cosas y la verdad que me divierte más. -A medida que se van conociendo, ¿te vas enganchando con los participantes? -Me estoy llevando muy bien con todos. Al principio mi contacto con ellos iba a ser bastante lejano, del tipo "voy te paso el video, te cuento las actividades del día y listo". Pero en un momento nos dimos cuenta que mi relación con ellos podía ser parte del juego. Que yo podía involucrarme al dar la información y provocar alguna reflexión sobre lo que veían. O también para decirles una verdad que alguno de ellos se estuviera negando a ver. -¿Te fuiste haciendo amigo de la gente? -Es gente que veo todos los días y es natural que se genere un lazo afectivo. Me pasa que cuando los participantes la pasan mal, lloran, yo también la paso mal. Cuando se quieren ir del juego, yo deseo que se vayan pronto así dejan de sufrir. -¿Qué propone "Confianza ciega" que lo distinga en el menú de realitys que ofrece la televisión argentina? -Este programa se saca la careta; en todos los reality el público está pendiente de si tal o cual se baño desnudo, o si hay o no cama entre los participantes. En "Confianza ciega" eso está explícito, y puede suceder. -Pero hasta ahora no sucedió. ¿La parte hard está por llegar? -Nos quedan casi dos meses de programa y se vienen cosas nuevas. Van a ver algunas sorpresas. -Un anticipo... -(Risas) No puedo dar detalles. Pero si quieren sexo, tendrán sexo; si quieren enojos, los tendrán, y si esperan parejas rotas con infidelidades femeninas, las verán. Como así también parejas que salen fortalecidas. -La estimulación de los seductores, ¿qué tipo de sentimiento provoca en los participantes? -La misma que le pasa a cualquiera que se toma el subte o cuando la señora va hacer las compras. La tentación está ahí, al alcance de la mano. Y uno puede tomarlas o no. Si bien "Confianza ciega" se trata de un encierro con seducción fuerte, no creo que se trate de algo muy distinto a las situaciones de la vida. -Convengamos que cuando salís de compras por el barrio, el panorama no es el mismo que en el hotel de "Confianza ciega"... -Según el barrio (risas). Lo cierto es que para hacer un programa de televisión es necesario concentrar muchos elementos, tener a toda la gente junta. -¿Qué nuevo atractivo ofrecerá el programa en lo inmediato? -Ahora ingresa una nueva pareja que va a dar vuelta el programa. Los seductores enfocan a la nueva participante, que les adelanto que es muy bonita. En cuanto a la casa sur, la llegada del nuevo hombre, Walter, produce ambigüedades, prejuicios y provocaciones. Dentro de ese marco, pasa de todo. -¿Te importa cuando se discute la autenticidad del producto, por ejemplo en cuanto a la verdadera identidad de las parejas participantes? -Yo entiendo que cuando estás haciendo un reality show hay mucha gente que está tratando de meterte en el ojo de la tormenta. Y como no lo logran te atacan por el lado de la autenticidad de las parejas. Los programas de chismes necesitan llenar horas de su programación, pero no me molestó que digan que "Confianza ciega" estaba arreglado. Estoy completamente seguro de la veracidad de las parejas. Sé que hubo una investigación muy seria, pareja por pareja. -¿Los participantes se muestran tal cual son? -Conviví con ellos durante tres semanas, sé que todo lo que ocurre es real; ellos no son actores profesionales para fingir todo el tiempo. -¿La idea es mostrar que la vida está llena de tentaciones, todo el tiempo? -El mundo es así. Te cruzás con alguien por la calle y de repente una mirada basta para un saludo y una invitación a tomar un café. -Y luego al departamento... -Que puede ser al dormitorio, al baño o la cocina. Como más te guste. Me parece que muchas veces lo negamos y decimos: "A no, porque la vida no es así, vamos a estar juntos para siempre". Pero si decimos eso entonces nos tenemos que bancar la honestidad. -Entonces, soportando las tentaciones, ¿sobreviene el final feliz? -Mucha gente ha pensado que el final feliz en "Confianza ciega" es la pareja que se es fiel y se van juntitos. Yo veo final feliz también en la pareja que se es infiel, se comprende por la debilidad de cada uno y sigue junta; este final me parece más feliz y más humano. Todos en el reino de Dios, incluido los pecadores transitorios.
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